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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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Por eso, el espíritu sanmartiniano alentó y deslumbró en cada suceso con la<br />

modesta y viril concisión hispánica de sus providencias. (74)<br />

Al estudiar el medio social comprobaremos la relación de éste con el espíritu<br />

de aquel tiempo. Ahora, afirmamos, para finalizar estas necesarias consideraciones<br />

generales, que nuestro propósito de ponernos en contacto con el espíritu de la época,<br />

debe superar un obstáculo mayor aún. Nos referimos a esa duplicidad que entraña<br />

todo proceso histórico, y que apenas permite, en definitiva, que la realidad huidiza<br />

que anhelamos conocer, se nos muestre a medias, ya que, en el sujeto de la Historia<br />

no siempre toda la verdad se hace ostensible, objetiva: tal la Historia externa. Parte<br />

queda inédita constituyendo la llamada Historia interna. “Todos los sepulcros guardan<br />

algunas de sus páginas”. (75) Y ahora, volvamos a nuestro caso.<br />

¿Qué hechos, qué palabras, qué cosas, nos han permitido pensar o manifestar<br />

“He aquí que estamos palpando el espíritu de la época”?<br />

En un inventario de mercaderías pertenecientes a un europeo español<br />

confinado en Renca, don Ramón Pérez, las cuales debían ser embargadas por orden<br />

expresa y terminante de Dupuy, destacamos tres partidas de efectos: la primera, de<br />

catecismos; la segunda, de rosarios; y la tercera, de elementos para colorear<br />

hilados: raíz de teñir y grana. (76)<br />

¿Qué tenducha o pulpería campesina –para qué mentar urbana- ofrecería hoy<br />

para la venta: rosarios –rosarios de palo, no joyas-, y, menos aún, catecismos?<br />

¿Cuántos conocen ahora en San Luis, prácticamente, el uso de la raíz de la rubia, o<br />

el empleo de la grana para teñir una madeja de hilo de lana? Volvemos a decirlo, no<br />

nos referimos para nada al conocimiento teórico que algunos podemos adquirir con<br />

sólo leer la obra de Adaro. (77)<br />

Sugestivos renglones éstos, leídos en un inventario hecho por disposición<br />

oficial en la Renca de 1815. Los platos eran de peltre, los vasos y los mates de asta,<br />

y cualquier mozalbete sabía entonces cortar con su cuchillo un tiento muy fino, coser<br />

o trenzar con el mismo.<br />

¿Qué mató aquello? ¿Cómo se sustituyó todo eso? Alguien, sin duda, hiló muy<br />

delgado, y, como consecuencia, nuestros husos dejaron de torcer… Según el<br />

liberalismo doctrinario, la tradición colonial española había conducido a la “ruina de la<br />

economía”, y éste, para compensarla, nos condujo a la “quiebra de la moral” de<br />

nuestros días. (78) Sí, tenemos un mayor y mejor dominio de las cosas materiales;<br />

pero, con ello, esencialmente, ¿qué hemos ganado?<br />

Los catecismos y los rosarios eran huellas inconclusas de fanático<br />

oscurantismo. ¿Y el “Catón” del inventario? Cuando estudiemos el medio intelectual,<br />

este bendito silabario nos revelará muchas virtudes negadas a nuestra cultura rural.<br />

Terminada la comisión en Renca, el alcalde de hermandad se dirigió al de el<br />

Morro en los siguientes términos: “En esta virtud a Nombre de Nuestra amada Patria<br />

y de el Sor. Tte. Govor. exsorto requiero y mando a ud. y de la mía ruego suplico y<br />

encargo Pase ud. inmediatamente qe esta bea ala casa sitada, y embargue dhos.<br />

74 A. H. P. S. L., c. 17, e. 41; c. 18, e. 44.<br />

75 Vázquez de Mella, Juan, obs. comp., v. 1, p. 23. En la p. 22 dice el famoso tradicionalista español: Las dos<br />

historias no coinciden siempre, “y no pocas veces” son contrarias. Si conociésemos bien la interna, la visión clara<br />

de los móviles que lanzaron al mundo los hechos, nos obligaría a rehacer buena parte de la externa y a modificar<br />

el juicio sobre muchos personajes y aun a trocar en algunos los pedestales por cadalsos. “Y agregamos: de ahí que<br />

la certeza histórica sea una cuestión apocalíptica…<br />

76 A. H. P. S. L., c. 18, e. 47.<br />

77 Adaro, Dalmiro S., “Industria criolla o fitotecnia”, Bs. As., 1918.<br />

78 Vega, P. Daniel, “¿A dónde van las costumbres?”, Madrid, 1947, “Introducción”, p. 8.

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