09.05.2013 Views

SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

estudiar el mensaje de nuestros hogares antiguos. (449) Prescindiremos nosotros de<br />

un estudio de tal naturaleza que nos llevaría lejos, pero no sin dejar de referirnos a<br />

algunos aspectos que consideramos de significativo interés. (450)<br />

Solicitada por San Martín la contribución humana, todos los partidos de la<br />

jurisdicción la proporcionaron con fervor y largueza.<br />

¿Cuál es el tipo de paisano de entonces? Un jinete consumado, expresión<br />

parlante de la escuela rural que lo había educado. ¿Cuáles habían sido y debían<br />

seguir siendo sus instrumentos primordiales en la gesta que lo reclamaba? Su caballo<br />

serrano que el cuartel convirtió en “patria”, y su cuchillo, especie de providencia, que<br />

la milicia de escuela transformó en sable granadero. ¿Qué motivo fundamental de la<br />

vida de nuestras estancias no estaba vinculado al caballo y al cuchillo? ¿Qué<br />

destreza requerida por ambos no había sido superada?<br />

Bien, pero eso es entrar a estudiar los factores que constituían la eficiencia<br />

externa del hogar puntano de entonces, que se concretaba en la maravillosa y<br />

fecunda organización de su economía; eso es entrar a analizar ese bastarse a sí<br />

mismo de su sistema casi cerrado de producción en los renglones sustanciales para<br />

su progreso y subsistencia, o penetrar en el ámbito de esa pedagogía singular que los<br />

lugareños deben al medio telúrico. No, lo que nosotros queremos destacar por sobre<br />

la multiplicidad de los recursos materiales de ese hogar, por sobre su riqueza<br />

pecuaria, y las calidades del menaje y del atuendo que él mismo se proporcionaba,<br />

vale decir por encima de ese cómputo de varas de picote o de bayeta, de arrobas de<br />

charqui o de chuchoca, de fardos de suelas o de cordobanes, de fanegas de maíz o<br />

de trigo; aquello que anhelamos hacer comprender si no logramos de mejor modo<br />

hacer ver, en las calidades humanas que ofrendó a la Patria ese hogar, concretadas<br />

en buen sentido, modestia, acatamiento, sencillez, espíritu de sacrificio,<br />

desprendimiento y valor. (451)<br />

Apuntado lo que antecede, sentimos la impostergable necesidad de afirmar<br />

que ni la “barbarie” ni el “oscurantismo colonial” ni el más retocado “primitivismo”<br />

social que se quiera suponer, podían ofrecer al Gral. San Martín esas virtudes<br />

morales como patrimonio de los soldados que San Luis convocó solicitándolos a las<br />

familias de todos los partidos de la jurisdicción. Y mucho menos podemos explicar las<br />

virtudes de nuestros soldados de la Independencia, atribuyéndolas, como tan<br />

ingenuamente hace Gez, a sus hipotéticos michilingües, según él, nuestros<br />

“inteligentes” antepasados, olvidándose completamente no sólo de la lógica, sino de<br />

que en el proceso de mestizaje, por razones elementales, quien dignificó el material<br />

indígena fue el progenitor hispano. (452)<br />

449 Ibidem, p. 191.<br />

450 Anotamos que no era común el estrado de tipo oriental que subraya Sarmiento, ya que los inventarios<br />

descubren generalmente sillas de baqueta, o escaños, u otros estilos de asientos más humildes; como sería falso<br />

decir que privaban cubriendo el suelo los chuses, cuando lo que abundaba, de haber algo, era ijares o esteras, y, en<br />

no pocos casos, alfombras. El servicio de mesa era generalmente de madera, de asta o de peltre, pero no eran<br />

escasos los de acero y de plata. Las ropas eran comúnmente burdas, pero no faltaban hasta en los más apartados<br />

rincones las de seda e hilo.<br />

451 San Martín no encontró espíritus sumisos y pusilánimes a fuerza de haber sido educados en una supuesta<br />

escuela de esclavitud o servilismo… San Martín encontró hombrazos.<br />

452 Gez, “Hist. de la Probé…”, t. 1, p. 28. –Don Dalmiro S. Adaro, en su ob. “Industrias criollas o fitotecnia”, por<br />

muchos motivos muy recomendables, incurre en el error, ya superado por especialistas como Vignati y de<br />

Aparicio, de atribuir a los aborígenes de la jurisdicción puntana cierta capacidad industrial que, según él (cap. I, p.<br />

5) sirvió de “guía para seguir adelante a los mismos civilizadores extranjeros”. Contrasta la expeditiva seguridad<br />

de Adaro con las dudas y las ignorancias confesadas por los antropólogos más autorizados. Adaro, como Gez,<br />

epígono de López, pone el acento de nuestra pasada capacidad industrial en el antecedente indígena, y el de<br />

nuestro desprecio por el trabajo manual, en el precedente conquistador extranjero… Nada más falso. Pero su

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!