SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

sujeto sociedad, sino que produce una como distorsión del proceso histórico, al atraer
hacia sí, o al hacer girar en torno suyo, hechos que poseen un acentuado valor
propio. De ahí la tendencia en Mitre a subestimar el medio social y el telúrico, (8) a fin
de que deslumbre irrefragable la triple grandeza del divino creador que ve en San
Martín.
No de otra manera puede comprenderse como un fiat la creación y
organización del Ejército de los Andes. Y esto es justamente lo falso. Aceptar esta
tesis, es comulgar con esa solución de continuidad, con ese vacío obscurantista,
que resulta el período mal llamado colonial juzgado por cierta ilustración en
manifiesto descrédito.
No necesita la gloria inmarcesible de San Martín un comienzo absoluto para
fundamentar su grandeza genial; ésta se proyectó sobre el medio humano que
condujo, y supo aprovechar magistralmente los recursos naturales y facticios de
Cuyo, región en la cual, a través de más de dos siglos, pueblos viriles y laboriosos
habían forjado pacientemente los “resortes dinámicos” a que alude Otero. (9) El
granadero estaba en potencia en el peón de estancia puntano, como el infante o el
artillero estaban latentes en el agricultor mendocino, en el minero sanjuanino o en el
negro esclavo.
Ni las tejedoras, arrieros y baquianos ni los artesanos y labradores se
improvisaron. Y la aptitud lugareña era bendita herencia hispana amasada con algo
más alto: el modo de ser, compendio de “nexos espirituales indestructibles”, (10) que
se tradujo en esa suma anónima de heroísmos que San Luis tiene documentada con
modestia, pero no sin asombrosa y sobria grandeza.
Por eso es desconcertante la inquisición de Mitre. “¿Cómo en tan breve
espacio de tiempo, el General San Martín, en el más pobre y obscuro rincón del país,
sin fuerzas militares poderosas, sin hazaña ruidosa que lo señalara, sin tesoro y
guiado por sus solas inspiraciones había conquistado este predominio y este gran
ascendiente moral?”
A través de nuestro estudio iremos contestando, y se verá cómo el Capitán de
los Andes no debió afrontar una creación de la nada. Sin duda que la escuela
histórica inspira en Mitre el afán de hacer ver la autenticidad de su héroe; de ahí ese
posterior “empequeñecerse” inexplicable. (11) Y aquello que debiera destacarse con
nitidez no se ve; nos referimos a la crisis de la unidad de destino que Ricardo Rojas
entiende erróneamente como “ruptura”. (12)
Aquí es oportuno recordar una observación fundamental de Carbia: en Mitre no
está clara la valoración universal del hecho histórico y la idea de proceso histórico. (13)
¿Cuál es el sentido y la significación que da el historiador argentino a la “acción
deliberada” de San Martín, “que obró como una fuerza activa en el orden de los
hechos fatales”? (14) ¿Cuáles son esos hechos fatales? Evidentemente, está pesando
en su juicio cierto naturalismo determinista, y “los hechos fatales” de que San Martín
“no es el precursor”, pero “que sirve”, son, con toda seguridad: el factor social y el
factor telúrico.
8
Mitre, B., ob. Cit., t.1, cap. IX, p. 437 y cap. xII, p. 529.
9
Otero, J. P., “Historia del Libertador D. José de San Martín”, Bs. As., 1932, t. 1, cap. XVII, p. 405.
10
Astudillo Menéndez, E., “San Luis la más cuyana de las ciudades de Cuyo”, en “Anales del Primer Congreso de
Historia de Cuyo”, Mendoza, 1938, t. 3, p. 312.
11
Mitre, B., ob. Cit., t.1, cap. IX, p. 438.
12
Rojas, R., “El Santo de la espada”, Bs. As., 1946, p. 315.
13
Carbia, R. D., ob. cit., pp. 151 a 153.
14
Mitre, B., ob. cit, t.1, cap. II, p. 88.