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JUAN MENENDEZ PIDAL. 225
LXVII
LA PAST0RG1LLA.
Allá arriba en aquel monte
se pasea una zagala:
al pié de una mata oscura
rezando el rosario estaba.
Viera venir á lo lejos
tres fermosisimas damas;
la una vestía de azul;
las otras de verde estaban.
—Bien hayas, la zagaleja,
la zagaleja, bien hayas:
¿qué faces aquí la niñya?...
¿qué faces tan de mañana?
—Buenos días, les responde:
rezando el rosario estaba.
—¿De quién son esas cabrillas,
esas cabras que tú guardas?
—Suyas é mias, Señora,
suyas é mias las cabras.
—¿Oonócesme por ventura,
pues que ansy, niñya, me fablas?..
—Señora, yo vos conozco;
que sodes la Virgen Santa.
—¿Quieres venirte conmigo
á la celestial morada?...
—Non pudiera ser, Señora;
¿dónde he de dexar mis cabras?...
—Ponías en ese sendero,
que ellas te se irán á casa.—•
Su padre al anochecer
triste y afligido estaba:
—¿Cómo es tan tarde, é non viene
la zagala con sus cabras?..
Triste si padre é afligido
de los sus güeyos lloraba,
é á los pies de un Crucifijo
con dolor s' arrodillaba.
Postrárase de rodillas;
estaa palabras fablara:
—Dime Tú, manso Cordero,
Fijo da la Virgen Santa,
¿cómo es tan tarde é non viene
la fija de mis entrañas?
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