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JUAN MENENDEZ PÍDAL. Sil<br />

La pavera del Rey *.<br />

(Recitado por la niña María del Rosario Menendez Pidal.)<br />

Una vez era un Rey que tenia una hija muy hermosa. Cierto dia<br />

-que estaba á la mesa vestida con el traje verde bordado de perlas,<br />

su padre la dijo:<br />

—¿Me quieres?<br />

Ella le contestó.—Como la sal al pan.<br />

El Rey, con estas palabras, se incomodó mucho; y mandó á sus<br />

«criados que la arrojaran de casa.<br />

Cogió ella sus mejores anillos, collares y arracadas; y, con su<br />

vestido verde bordado de perlas, salió llorando del palacio.<br />

Después que se vio fuera, púsose un traje pobre y roto; y guardando<br />

en un saco todas sus alhajas y atavíos, fuese andando, andando,<br />

andando... y se encontró la casa de un Rey, quien la tomó por<br />

•criada para guardar sus pavos.<br />

Todos miraban mal á la pavera; pues se hacia repugnante con<br />

sus vestidos andrajosos y sucios, su melena descuidada y su poco<br />

aseo: y, en la cocina, todos la dejaban sola en un rincón; pues ella,<br />

haciendo como que encontraba piojos en su camisa, arrojaba al fuego<br />

piedras de sal.<br />

Cuando estaba sola, por el contrario, se lavaba y se peinaba con<br />

el peine de oro, se ponia su traje verde bordado de perlas, sus anillos,<br />

collares y arracadas; y, al son de una pandereta, bailaba y cantaba<br />

delante de los pavos, diciendo:<br />

Paví, paví...<br />

¿Si el Rey me viera, se enamoraría en mí?<br />

Y ellos contestaban, bailando con una sola pata: Sí, sí, sí.<br />

Sorprendiéronla un dia, y fueron á decírselo al Rey, quien después<br />

que la vio, se enamoró de ella y prometió casarse con ella. A la<br />

boda vinieron todos los Reyes del mundo; y, entre ellos, vino el<br />

padre de la pavera, á quien él no reconoció por su hija. Cuando estaban<br />

á la mesa, mandó que pusieran á su padre pan sin sal; y como<br />

no lo comiera, le preguntó por qué: á lo que él respondió que no le<br />

.gustaba el pan sin sal. Ella entonces echóle en cara la falta que habia<br />

cometido al despedir á su hija de casa; y él, muy triste, replicó:<br />

—¡Ay, si yo la encontrara!!<br />

—Pues, padre, aquí la tenéis—dijo entonces ella sin poderse<br />

•contener ya;—yo soy vuestra hija.<br />

El padre se volvió loco de alegría, y el Rey y la Reina vivieron<br />

felices. Oolorin colorao mi cuento acábao.<br />

i Este cuento parócese á la primera parte de la Cenerentola (Publicado por Caterina<br />

Pigorini—Beri en el «Archivio per lo studio delle tradizioni popólari.»—Palermo,<br />

1883), cuyo cuento equivale á nuestra Puerca Cenicienta.

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