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familia pues siempre se mostró agradecido a Calixto, su<br />

protector. No dejó que los cardenales se dividieran, sosteniendo<br />

cada uno a su candidato particular, y apenas reunido el conclave,<br />

se adelantó a todas las opiniones, proponiendo que Piccolomini<br />

fuese nombrado Papa por aclamación. Su elocuencia de<br />

meridional y la sorpresa causada por su iniciativa obtuvieron un<br />

triunfo instantáneo, y el nuevo Papa tomó el nombre de Pío II.<br />

Continuó siendo Borgia bajo su Pontificado una especie de<br />

ministro universal de la Iglesia, pues a esto equivalía su cargo de<br />

Vicecanciller.<br />

Pío II, a los cincuenta y tres años, se mostraba de gran virtud<br />

por estar quebrantado su cuerpo, sufriendo especialmente el mal<br />

de gota a consecuencia de haber ido descalzo, por caminos<br />

helados, a una iglesia de la Virgen, en Escocia, para cumplir<br />

cierto voto hecho durante una tempestad en el mar. Sus dolencias<br />

le inmovilizaban en el lecho largo tiempo, y sólo en días de calma<br />

podía atender a los negocios del Papado o a continuar la<br />

redacción de su libro Cosos memorables, en el que iba<br />

transcribiendo historias oídas y todo lo digno de mención visto en<br />

sus viajes.<br />

Pequeño de estatura, algo rechoncho, con la cabeza blanca,<br />

sus gestos eran una mezcla de severidad y mansedumbre. Vestía<br />

modestamente, y a su mesa resultaba frugal, contrastando dicha<br />

parquedad con el lujo que desplegaban los más de los cardenales.<br />

Eneas Silvio hacía frecuentes viajes, sin miedo a sus<br />

molestias. El amigo de los bosques se mostraba cada vez más<br />

sensible a las plácidas impresiones de la Naturaleza, e ir en busca<br />

de ella era el único placer qué podía gozar. Viviendo en las<br />

arboledas de la Umbría, daba audiencia o firmaba sus<br />

documentos bajo el ramaje de una encina de varios siglos.<br />

Este Papa, que no amaba la guerra, tuvo que hacerla<br />

arriesgadamente al más terrible capitán de entonces, el famoso<br />

Segismundo Malatesta, feroz <strong>com</strong>o un oso en sus momentos de<br />

cólera, y a otras horas artista de gustos refinados. Dicho monstruo<br />

servía a los papas o se burlaba de ellos, según convenía a sus<br />

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