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confianza, salió a recibirlas fuera de la ciudad.<br />

Su cautiverio sólo batía durado cuatro días, y Borgia se<br />

consoló momentáneamente de sus inquietudes políticas al ver<br />

otra vez a la bella Julia..<br />

Tal accidente, digno de la guerra de la fornicación, hizo reír a<br />

media Italia. Ludovico el Moro protestó al enterarse del modesto<br />

rescate fijado por el capitán francés.<br />

—¡Tres mil ducados!—dijo—. ¡Qué locura! El Santo Padre<br />

habría dado diez veces más, cien veces más, por entrar otra vez<br />

en posesión de su bella concubina.<br />

Aproximábanse a Roma, al mismo tiempo, por un lado el<br />

ejército francés, y por otro, un ejército napolitano, cuyo auxilio<br />

no podía inspirar confianza, ya que su jefe, el duque de Calabria,<br />

aconsejaba al Pontífice que huyese de su capital, refugiándose en<br />

Nápoles.<br />

Alejandro no sabía qué hacer. Su valor sereno y confiado le<br />

evitaba las ofuscaciones del pánico. Seguía esperando un auxilio<br />

providencial, aunque ignoraba de dónde podía venir. Los reyes<br />

españoles, que le habían empujado a la situación presente, sólo<br />

enviaban promesas.<br />

Hubo un momento en que resolvió huir, por no verse con<br />

Carlos VIII, que pensaba exigirle el reconocimiento de sus<br />

derechos sobre el reino de Nápoles. Pero ya era tarde. Las<br />

avanzadas francesas galopaban por la campiña romana, y desde el<br />

Vaticano podía ver el Papa a sus jinetes en las alturas del monte<br />

Mario. El castillo de Sant' Angelo, muy descuidado por sus<br />

antecesores, no podía oponer una resistencia seria.<br />

—Iba a empezar para. él—dijo Enciso—un verdadero<br />

calvario, que duró un mes; pero tan larga prueba: hizo palpable<br />

hasta dónde llegaba su habilidad y su firmeza, consiguiendo<br />

finalmente salir victorioso de tantos peligros.<br />

Aceptó que Carlos entrase en la ciudad con sus tropas, pero a<br />

condición de mantenerlas en la ribera izquierda del Tíber. En los<br />

últimos días de diciembre, algunas fracciones del ejército invasor<br />

se alojaron en Roma, fuera de la llamada Ciudad Leonina,<br />

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