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matrimonio, que se celebró en el mismo palacio del cardenal,<br />

salía el joven esposo para su castillo de Basanello, mientras la<br />

Farnesio se quedaba en Roma con el titulo de dama de honor de<br />

Lucrecia, hija del Vicecanciller. Este terriblemente prolífero,<br />

hacía madre a la bella Julia, llamada también la Farnesina, en<br />

1492, poco antes de ser elegido Papa.<br />

—Lo increíble—dijo Claudio—fue que aún tuviese de ella un<br />

segundo hijo, Juan de Borja, en mil cuatrocientos noventa y ocho,<br />

cuando ya contaba sesenta y siete años de edad y cinco de<br />

Pontificado.<br />

Este hombre de ardores impetuosos, a pesar de su vejez,<br />

satisfacía durante mucho tiempo los sentidos y las ilusiones de la<br />

bella Julia. Mostraba ésta menos cuidado que su sacro amante en<br />

ocultar el escándalo de tales amoríos.<br />

Ni ella ni su suegra Adriana, desmoralizadas por las<br />

costumbres licenciosas de la aristocracia a fines del siglo xv,<br />

veían ningún sacrilegio en el hecho de ser amante de un<br />

Pontífice. La Farnesio hasta exhibía su concubinaje por los vivos<br />

halagos que proporcionaba a su vanidad.<br />

La envidiaban, la felicitaban, y en vez de huir las gentes de<br />

ella, la perseguían con adulaciones y súplicas, implorando su<br />

preciosa protección.<br />

Grandes familias de Italia tenían <strong>com</strong>o origen de su poder el<br />

haber estado emparentadas con mancebas de pontificas en los<br />

siglos xiv y xv. Así habían<br />

obtenido honores y beneficios. Algunos hombres de fe<br />

ardorosa y costumbres puras gritaban contra la licencia de la<br />

Corte papal; pero la gente sólo vela en ellos unos fanáticos<br />

indignos de interés, no dando importancia a la conducta privada<br />

de los papas. Cuando más, reían de éstos, pero sin indignarse.<br />

Al avanzar Alejandro VI en su Pontificado, creándose cada<br />

vez mayores enemigos a causa de su política, las inscripciones<br />

injuriosas y las sátiras anónimas empezaron a llamar a Julia<br />

Farnesio la esposa de Cristo.<br />

Tal apodo sacrílego nunca la hizo llorar; antes bien, despertó<br />

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