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—El difunto era vigoroso y abultado <strong>com</strong>o yo. Este verano va<br />

a resultar fatal para los que somos obesos.<br />

César, más joven y enjuto de cuerpo, lograba escapar de la<br />

muerte, pero con grandes trabajos y quedando por mucho tiempo<br />

inmóvil en su lecho.<br />

Hablando semanas después con Maquiavelo, le decía<br />

tristemente:<br />

—Todo lo que podía ocurrir después del fallecimiento de mi<br />

padre lo había yo previsto y remediado. Pero nunca se me ocurrió<br />

pensar que me vería enfermo de muerte al mismo tiempo que él.<br />

A pesar de hallarse moribundo, este hombre extraordinario<br />

tenía la lucidez y la energía sobrehumanas de ordenar todo lo<br />

preciso para hacer frente al doble desastre: la desaparición de<br />

Alejandro VI y su propia agonía.<br />

Varias veces por hora enviaba emisarios a las habitaciones<br />

inferiores donde estaba su padre para conocer los progresos de su<br />

enfermedad y finalmente, las angustias de sus últimos momentos.<br />

Cuando le dieron la noticia de que el Papa había expirado,<br />

llamó a su fiel Michelotto, hablándole al oído. El fallecimiento<br />

del Pontífice era el principio de una guerra, y para sostenerla<br />

resultaba indispensable tener mucho oro. Y encargó a su terrible<br />

alter ego que se apoderase inmediatamente del tesoro del<br />

Vaticano.<br />

Mandatos de tal clase los aceptaba don Micalet <strong>com</strong>o si le<br />

invitasen a una fiesta. Espada en mano, exigió la llave del tesoro<br />

al camarlengo encargado de su custodia, ahuyentando luego a<br />

cuchilladas a otros funcionarios papales. Con tal fervor servía a<br />

su amigo y amo, que se llevó a las habitaciones del duque<br />

moribundo, no sólo las arcas llenas de dinero, sino también<br />

muchas joyas valiosas de la Santa Sede.<br />

Fuera del Palacio no era menor el desorden. La tribu de los<br />

Orsinis, que vivía oculta, temiendo a César, se lanzaba a las<br />

calles al conocer la muerte de su padre. Los Colonnas formaban<br />

un pequeño ejército, avanzando hacia Roma a marchas forzadas.<br />

Los Savellis, fugitivos desde años antes, volvían a su palacio,<br />

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