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cuando el principiante Bonaparte les mostraba desde lo alto de<br />

los Alpes la tierra de promisión.<br />

Carlos VIII, hijo degenerado del terrible Luis XI, era feo de<br />

rostro, débil de piernas, poco inteligente pero con un insaciable<br />

apetito genésico. La campaña de Italia iba a servirle para conocer<br />

nuevas mujeres, uniendo al deleite carnal el incentivo de la<br />

violencia.<br />

—Esta expedición francesa—dijo Borja—no pudo ser más<br />

fácil ni proporcionar mayores placeres. Tan imponente número de<br />

guerreros atravesó la mayor parte de Italia sin esgrimir sus armas,<br />

pudiendo entregarse finalmente en Nápoles a la más ruidosa de<br />

las orgías. Sólo a la vuelta, al salir de la península, tuvieron que<br />

pelear una sola vez, con verdadero empeño, para abrirse paso. En<br />

realidad, la tal campaña merece el nombre de guerra de la<br />

fornicación. No hicieron otra cosa el joven rey de Francia,<br />

apodado el Cabezudo, por su fealdad, y los treinta mil hombres<br />

de su ejército.<br />

Enciso acogió con gestos afirmativos el título de dicha guerra.<br />

Resultaba exacto.<br />

Dos soberanas, la duquesa Blanca de Saboya y la marquesa de<br />

Monferrato, abrian la península al joven conquistador. La<br />

primera, lo recibía espléndidamente en Turín, y la segunda, en<br />

Casale. Entradas triunfales sin ningún <strong>com</strong>bate previo, justas y<br />

torneos antes de los grandes banquetes, por la noches danzas con<br />

las damas, y luego, el reposo de cada héroe en un lecho de finas<br />

telas, con carnes dulces que palpar. Si el monarca y sus paladines<br />

llegaban con el deseo de conseguir numerosas conquistas<br />

femeninas, las hermosas señoras italianas mostrábanse aún más<br />

vehementes y prontas a entregarse, olvidando a padres y maridos<br />

con la esperanza de alegar luego el haber sido forzadas por los<br />

invasores.<br />

—Todos los documentos de aquel tiempo, lo mismo las<br />

crónicas particulares que las <strong>com</strong>unicaciones diplomáticas,<br />

hablan de la fornicación general de las tropas y de sus capitanes,<br />

empezando por el rey. Según testimonio de los franceses, las<br />

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