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los enemigos que perdonarlos.<br />

Sabiendo que los Orsinis eran los autores más o menos<br />

directos de la muerte del duque, no mató a ninguno de ellos.<br />

También Juliano de la Rovere, su eterno adversario, y otros,<br />

cardenales no menos hostiles, estuvieron repetidas veces a<br />

merced de su voluntad, pudiendo vengarse en sus personas, y, sin<br />

embargo, el Papa de los innumerables asesinatos y del terrible<br />

veneno de los Borgias no atentó contra su existencia, ni siquiera<br />

alteró su bienestar encarcelándolos.<br />

Quejándose una vez ante sus cardenales de las violencias de<br />

César, que realmente era vengativo y no tenía empacho alguno en<br />

exterminar a sus adversarios si lo consideraba útil, el Papa dijo<br />

así:<br />

—Yo opino de otro modo, tal vez porque no soy joven, y<br />

moriré con la conciencia tranquila pensando que en muchas<br />

ocasiones pude quitar la vida a gentes que me habían causado<br />

grandes daños, y, sin embargo, no lo hice.<br />

Además, César nunca fue en sus <strong>com</strong>binaciones criminales<br />

amigo de tapujos. Luego de organizar el bello engaño de<br />

Sinigaglia para librarse de sus capitanes rebeldes, se jactó de la<br />

maestría con que había preparado dicha ejecución. Mataba él<br />

mismo, baje el imperio de su cólera, o confiaba el homicidio a<br />

sus íntimos, públicamente, asumiendo la responsabilidad.<br />

En plena Corte papal, casi en presencial de su padre, daba de<br />

puñaladas al español Pedro Calderón, que se había alabado de<br />

ciertas privanzas amorosas con su hermana Lucrecia. Estos<br />

amoríos, más verbales que camales, y el flirt epistolar en<br />

castellano con Pedro Bembo, futuro cardens1, fueron las dos<br />

aventuras conocidas de Lucrecia.<br />

Parecido a todos los hombres de acción de su época, César<br />

tenia el orgullo de sus crímenes, apreciados entonces menos<br />

severamente que ahora, y justificados, según él decía, por la<br />

necesidad de «matar para que no lo matasen».<br />

Durante su corta y ruidosa existencia nadie le acusó<br />

terminantemente y con pruebas de asesinato de su hermano. La<br />

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