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octogenario e incansable cruzado, y termina un siglo después<br />

dando un gran salto, el cuarto duque de Gandía, cortesano<br />

elegante que se hace jesuíta y acaba por ser San Francisco de<br />

Borja. Todos en ella se muestran ardorosos, enérgicos, de<br />

vigorosa personalidad. ¡César Borgia y San Francisco de Borja<br />

surgiendo de la misma estirpe en el transcurso de pocos<br />

decenios!... Unos Borjas fueros héroes; otros, santos; otros<br />

terribles pecadores, pero ninguno vulgar ni mediocre.<br />

Y Enciso había terminado por decir un día, con el aire<br />

protector del maestro que da consejos:<br />

—Amigo Claudio, usted que es joven, que empieza ahora su<br />

carrera y puede disponer de todo su tiempo, debía escribir algo<br />

sobre estos personajes tan calumniados o mal <strong>com</strong>prendidos.<br />

Borja acogió fríamente dichas insinuaciones. ¡Escribir!...<br />

¡Trabajar!...<br />

Llevaba ocho meses de inacción, yendo de un lado a otro, con<br />

la inútil esperanza del enfermo que pasa de balneario en balneario<br />

sin encontrar reposo. Era dueño absoluto de su I persona, vivía<br />

solo, con austera libertad; mas ¿de qué serviría la libertad?...<br />

Se había dirigido a Madrid al marcharse de la Costa Azul. Fue<br />

modo de una tuga, sin otra despedida que una breve carta.<br />

La noche anterior había hablado con Rosaura tranquilamente.<br />

Los dos seguían viéndose; pero quedaba en su memoria el<br />

recuerdo de aquella conversación, frente al mar, en lo alto de la<br />

pendiente cubierta de flores, bajo la luz rosada del ocaso.<br />

Consideraban indudable la separación de que habían hablado;<br />

pero transcurrían los días sin que se realizase. Y de pronto,<br />

Claudio tomaba el tren, dejando en su vivienda una breve carta<br />

para que la llevasen a la villa de Rosaura.<br />

Era una repetición inconsciente de lo que había hecho la<br />

argentina en Marsella un año antes.<br />

Al llegar a Madrid, creyose libertado para siempre de lo que él<br />

llamaba «esclavitud con cadenas de oro». Se imaginó haber<br />

suprimido el tiempo al verse lo mismo que antes que se<br />

encontrasen los dos en Aviñón. Al final conseguiría borrar los<br />

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