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próxima unión y hacerla saber a todos los que frecuentaban la<br />

Embajada.<br />

Sintió Borja en torno de él un nuevo ambiente más favorable.<br />

La vida de la alta sociedad romana consiste en <strong>com</strong>idas y tiestas<br />

que hacen encontrarse casi a diario a las mismas gentes. Existen<br />

más Embajadas y Legaciones que en ninguna otra capital del<br />

mundo. La representación diplomática es doble: una, para el<br />

Papa; otra, para el rey de Italia. Y los dos representantes de un<br />

mismo país, en el Vaticano y en el Quirinal, se miran con<br />

rivalidad, queriendo superarse mutuamente. Esto hace que todos<br />

los días se celebre alguna recepción, a la que acuden los diversos<br />

grupos de los dos ejércitos diplomáticos acampados en Roma,<br />

llevando detrás de ellos la aristocracia pontificia o la puramente<br />

italiana, a más de los extranjeros distinguidos que están de paso.<br />

A<strong>com</strong>pañando a Estela se dejó tomar Borja poco a poco por el<br />

engranaje de esta -doble existencia vana y representativa. Comió<br />

todas las noches ' en una Embajada o asistió a un baile, viéndose<br />

rodeado de gentes frívolas y solemnes, respetuosas de las<br />

jerarquías hasta la superstición, las cuales lo miraban con nuevos<br />

ojos al saber que era futuro yerno de su excelencia Bustamante.<br />

Rara era la noche en que no se ponía el frac. El villino<br />

alquilado sólo le servía para dormir. Almorzaba invariablemente<br />

con don Arístides y su familia en el palacio situado en la Plaza de<br />

España. Manteníase silencioso el embajador, sonriendo a los<br />

suyos con aire distraído, cual si estuviese resolviendo en el magín<br />

angustiosos problemas internacionales. Claudio y Estela sonreían<br />

igualmente <strong>com</strong>entando con frivolidad las murmuraciones de<br />

aquella Roma diplomática que en el fondo les interesaba muy<br />

poco.<br />

Era doña Nati la que hablaba más, desahogando la acidez de<br />

su carácter contra el Gobierno de su majestad católica. ¿Cómo<br />

quería tener buenos embajadores pagándolos tan parcamente?...<br />

Enumeraba cantidades con tono rabioso, <strong>com</strong>parando el<br />

sueldo de Bustamante con el que recibían ministros y<br />

embajadores de otras naciones más poderosas. Así se explicaba<br />

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