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título de mayólicas. Los azulejeros establecidos en los pueblos de<br />

Manises y Paterna eran verdaderos maestros. En los documentos<br />

de la época se los designa siempre en latín, con el título<br />

honorífico de magíster operis terrae, y otras veces, cuando sólo<br />

fabrican azulejos en forma de ladrillos (en valenciano rajóles) se<br />

les da igualmente el título latino de rajolarius.<br />

La fama de los azulejos de Valencia había llegado a Roma, y<br />

cardenales y papas encargaban las llamadas mayólicas para el<br />

adorno de sus nuevas construcciones, encontrándolas más alegres<br />

y atractivas a la vista que el mármol extraído de los monumentos<br />

ruinosos de la antigüedad.<br />

—El primer Papa Borja, ocupado en <strong>com</strong>batir a los turcos,<br />

apenas construyó. Además, era un jurisconsulto. Alejandro Sexto,<br />

más artista, fue ensanchando el Vaticano y quiso adornar los<br />

salones papales con azulejos de Manises, encargando pisos<br />

enteros a los rajolarius de aquí, tal vez con arreglo a dibujos<br />

hechos por el Pinturicchio. Esto último es lo que me tacita<br />

averiguar,<br />

A Claudio no le interesaban las preocupaciones del canónigo,<br />

y hasta miró a éste con cierta hostilidad. Excelente persona, pero<br />

sin razón. Viejo y además clérigo. Un egoísta que sólo i se<br />

preocupaba de sus magister operis terrae.<br />

Ni una sola vez nombró a Rosaura.<br />

¡Como si ignorase su existencia! Al pasar por la Costa Azul,<br />

en el viaje de regreso, su tren se habría deslizado a lo largo del<br />

jardín de ella, sin que se le ocurriese buscar con los ojos la villa<br />

lujosa donde había estado.<br />

Deseó más noticias, e hizo preguntas intencionadas al<br />

canónigo para enterarse de cómo había sabido que él vivía ahora<br />

en Madrid, enviándole allá su carta.<br />

—Me lo dijo el señor Bustamante antes que yo saliese de<br />

Roma—contestó con indiferencia don Baltasar, no dando<br />

importancia a sus palabras.<br />

Así supo Claudio que don Arístides y su familia se habían<br />

enterado de su fuga de la Costa Azul, pocas semanas después- de<br />

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