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Lucrecia, duquesa de Ferrara.<br />

Los dos hijos anteriores del cardenal Borja desaparecieron<br />

antes de su Papado. Jerónima moría joven, y sin historia. Su<br />

verdadero primogénito, Pedro Luis (igual nombre que su tío, el<br />

favorito de Calixto III), después de una brillante y rápida<br />

juventud se extinguía igualmente. El cardenal lo había enviado a<br />

España para que hiciese la guerra contra los moros a las órdenes<br />

de Fernando el Católico, distinguiéndose en varios <strong>com</strong>bates<br />

<strong>com</strong>o soldado ardoroso. Su padre <strong>com</strong>praba para él un ducado, el<br />

de Gandía, consiguiendo, además, que se esposase con doña<br />

María Enríquez, hija de un tío del rey don Fernando. El joven<br />

tuvo que volverse a Roma en 1488 donde enfermó gravemente,<br />

muriendo poco después, y el ducado de Gandía pasó al primer<br />

hijo de la Vannoza, el llamado Juan, destinado por su padre a ser<br />

hombre de guerra.<br />

César, el segundo hijo de la romana, dedicábalo Rodrigo<br />

desde su niñez al estado eclesiástico, sin consultar su voluntad.<br />

Seguía con esto la tradición de la familia: el hermano mayor<br />

debía ser soldado y el segundo cardenal: lo mismo que Pedro<br />

Luis y él, bajo Calixto III.<br />

El eterno vicecanciller era de mano larga para la protección de<br />

los suyos. Sixto IV dispensaba al pequeño César, teniendo éste<br />

cinco años del obstáculo canónico para recibir las órdenes, por<br />

ser su padre un cardenal-obispo y su madre una mujer casada. A<br />

los siete lo hacia protonotario, dándole, además, beneficios<br />

eclesiásticos en Játiva y otras ciudades españolas.<br />

Inocencio VIII lo nombraba obispo de Pamplona siendo niño<br />

aún. Esto no parecía extraordinario en aquel tiempo. Pocos eran<br />

los obispos residentes en su diócesis. Los que recibían la<br />

investidura episcopal enviaban a un sacerdote para que gobernase<br />

en su nombre, preocupándose solamente de cobrar las rentas de<br />

su mitra.<br />

—Yo he leído repetidas veces—continuó Enciso—la carta del<br />

cardenal Borja al cabildo de Pamplona anunciándole el<br />

nombramiento de este obispo de diez años. Una obra admirable<br />

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