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surgían peleas. Los muchos españoles residentes en la ciudad se<br />

batían en todas las encrucijadas con estos soldados insolentes<br />

enemigos de los Borgias. Los alabarderos suizos excitaban<br />

especialmente la cólera popular. En su embriaguez perseguían y<br />

violaban a las mujeres hasta en mitad de las calles, mostrándose<br />

las plebeyas romanas menos fáciles que las altas señoras.<br />

El 28 de enero de 1495 abandonó Carlos VIII la capital<br />

pontificia al frente de sus tropas. César Borgia cabalgaba a su<br />

derecha, llevando sobre su vestido de viaje la capa roja de<br />

cardenal. Había aceptado, con aparente conformidad, este papel<br />

de legado que disimulaba su verdadera condición de rehén. Los<br />

que lo conocían sospechaban que tanta mansedumbre debía<br />

ocultar algún propósito secreto.<br />

Veinte carros, con vistosas fundas ostentando las armas de los<br />

Borgias, contenían el equipaje del joven cardenal. La primera<br />

etapa fue de Roma a Marino, y cerca de esta última población dos<br />

de los mencionados carros tuvieron que apartarse de la vía y<br />

quedar inmóviles por habérsele; roto las ruedas. Eran los únicos<br />

que verdaderamente iban cargados con la vajilla preciosa y otros<br />

objetos de uso del legado.<br />

La etapa resultó más larga al día siguiente, y la <strong>com</strong>itiva regia<br />

llegó a Velletri, donde el monarca francés, el príncipe Djem y<br />

César debían ocupar distintos alojamientos, preparados por el<br />

obispo de dicha ciudad.<br />

A<strong>com</strong>pañó el cardenal de Valencia al rey hasta su casa,<br />

retirándose luego a la que le habían destinado Una guardia de<br />

honor velaba en torno a 'su persona <strong>com</strong>o representante del<br />

Pontífice, aunque en realidad su misión era la de vigilarle. Al<br />

cerrar la noche, César huyó de su alojamiento por una puerta<br />

trasera, vestido de caballerizo. Atravesó las calles a pie, sin darse<br />

prisa, para no llamar la atención; salió al campo, y en la Vía<br />

Apia, lejos de las últimas casas de la ciudad, un hombre surgió de<br />

un grupo de árboles para ir a su encuentro, llevando de la rienda<br />

un caballo magnífico. Era un hidalgo de Velletri que César<br />

Borgia había conocido durante su permanencia en Marino el año<br />

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