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circunstancias, la más verosímil de todas. No sólo defendió a su<br />

amigo Ascanio, proclamando su inocencia; también hizo lo<br />

mismo con otros acusados por la voz pública. Únicamente guardó<br />

silencio en lo que hacía referencia a los Orsinis. No los acusó,<br />

pero se abstuvo de defenderlos <strong>com</strong>o a los otros.<br />

«Indudablemente fueron los Orsinis —pensaba Claudio—los<br />

que ejecutaron u ordenaron el asesinato del duque de Gandía.»<br />

Y repasaba en su memoria las opiniones de los pocos<br />

historiadores modernos que habían estudiado la vida de los<br />

Borgias de un modo concienzudo, sin hacer caso de<br />

apasionamientos y mentiras procedentes de aquella época. Aun<br />

siendo enemigos de los Borgias, reconocían en este asesinato de»<br />

hijo mayor del Pontífice una venganza de la familia Orsini,<br />

furiosa por la muerte de su mejor capitán, Virgilio Orsini, preso<br />

en el castillo del Huevo, en Nápoles, y al que sus parientes<br />

supusieron envenenado.<br />

El dolor ruidoso del Pontífice conmovió a la Cristiandad<br />

entera. Todos los reyes le enviaron cartas de condolencia. Hasta<br />

el austero Savonarola cesó en sus ataques al Papa, impresionado<br />

por la desesperación que mostraba el padre.<br />

Permanecía ahora resignado y silencioso, absteniéndose de<br />

nuevas acusaciones. ¿Para qué?... Su hijo no podía resucitar.<br />

Transcurrieron nueve meses sin que los maldicientes, ni aun los<br />

más exagerados, ligasen a este asesinato el nombre del cardenal<br />

César Borgia, que se había ido a Nápoles poco después de dicho<br />

suceso para conferir su investidura al nuevo rey. A nadie se le<br />

ocurrió la monstruosa suposición de que César hubiese asesinado<br />

a su hermano.<br />

Pasados los mencionados nueve meses, se forjó en Venecia<br />

tan infame patraña, siendo tal vez su primer inventor el lenguaraz<br />

invertido Juan Sforza.<br />

Después de repasar Claudio sus estudios mentalmente, se<br />

convencía de la no existencia de pruebas que demostrasen la<br />

certidumbre de este fratricidio inútil. César Borgia había<br />

<strong>com</strong>etido crímenes; pero ¿a qué añadirle uno más, inverosímil y<br />

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