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Carl Sagan - Cosmos

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cansarse, y de que nos inspiren para que hagamos nuestra propia contribución al<br />

conocimiento colectivo de la especie humana. Las bibliotecas públicas dependen de las<br />

contribuciones voluntarias. Creo que la salud de nuestra civilización, nuestro reconocimiento<br />

real de la base que sostiene nuestra cultura y nuestra preocupación por el futuro, se pueden<br />

poner a prueba por el apoyo que prestemos a nuestras bibliotecas.<br />

Si la Tierra iniciara de nuevo su carrera con todos sus rasgos físicos repetidos, es muy<br />

improbable que volviera a emerger algo parecido a un ser humano. El proceso evolutivo se<br />

caracteriza por una poderosa aleatoriedad. El choque de un rayo cósmico con un gene<br />

diferente, la producción de una mutación distinta, puede tener consecuencias pequeñas de<br />

entrada, pero consecuencias profundas más tarde. La casualidad puede jugar un papel<br />

poderoso en biología, como lo hace en historia. Cuanto más atrás ocurran los<br />

acontecimientos críticos, más poderosa puede ser su influencia sobre el presente.<br />

Consideremos por ejemplo nuestras manos. Todos tenemos cinco dedos, incluyendo un<br />

pulgar oponible. Nos van muy bien. Pero creo que nos irían igual de bien con seis dedos<br />

incluyendo un pulgar, o con cuatro dedos incluyendo un pulgar, o quizás con cinco dedos y<br />

dos pulgares. No hay nada intrínsecamente superior en nuestra configuración particular de<br />

dedos, que consideramos nonnalmente como algo natural e inevitable. Tenemos cinco<br />

dedos porque descendemos de un pez del devónico que tenía cinco falanges o huesos en<br />

sus aletas. Si hubiésemos descendido de un pez con cuatro o seis falanges, tendríamos<br />

cuatro o seis dedos en cada mano y lo consideraríamos perfectamente natural. Utilizamos<br />

una aritmética de base diez únicamente porque tenemos diez dedos en nuestras manos. 4 Si<br />

la disposición hubiese sido distinta, utilizaríamos base ocho o base doce para la aritmética y<br />

relegaríamos la base diez a las nuevas matemáticas. Creo que lo mismo es válido para<br />

aspectos más esenciales de nuestro ser: nuestro material hereditario, nuestra bioquímica<br />

interna, nuestra forma, estatura, sistemas de órganos, amores y odios, pasiones y<br />

desesperaciones, ternuras y agresión, incluso nuestros procesos analíticos: todos los cuales<br />

son, por lo menos en parte, el resultado de accidentes aparentemente menores en nuestra<br />

historia evolutiva irunensamente larga. Quizás si una libélula menos se hubiese ahogado en<br />

los pantanos del carbonífero, los organismos inteligentes de nuestro planeta tendrían hoy en<br />

día plumas y enseñarían a sus jóvenes en nidadas de grajas. La estructura de la causalidad

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