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Carl Sagan - Cosmos

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esperar para presenciar una guerra que mate a lOm personas (donde M representa el<br />

número de ceros después del uno en nuestra aritmética exponencial usual). Aparece<br />

también como una barra vertical a la derecha del diagrama la población mundial en años<br />

recientes, que alcanzó mil millones de personas (M = 9) hacia 1835 y que es ahora de unos 4<br />

500 millones de personas (M = 9,7). Cuando la curva de Richardson intersecta a la barra<br />

vertical tenemos especificado el tiempo que hay que esperar para el día del Juicio final, los<br />

años que transcurrirán hasta que la población de la Tierra sea destruida en una gran guerra.<br />

De acuerdo con la curva de Richardson y la extrapolación más simple sobre el crecimiento<br />

futuro de la población humana, las dos curvas no se cortan hasta el siglo treinta, más o<br />

menos y el Juicio final queda aplazado.<br />

Pero la segunda guerra mundial fue de magnitud 7,7 y murieron en ella unos cincuenta<br />

millones de personas, personal militar y no combatientes. La tecnología de la muerte avanzó<br />

de modo siniestro. Se usaron por primera vez armas nucleares. Hay pocos indicios de que<br />

las motivaciones y las propensiones hacia la guerra hayan disminuido desde entonces, y<br />

tanto las armas convencionales como las nucleares se han hecho mucho más mortíferas.<br />

Por lo tanto la parte superior de la curva de Richardson se está desplazando hacia abajo en<br />

una cantidad desconocida. Si su nueva posición ha quedado en algún punto de la región<br />

sombreada de la figura, disponemos solamente de unas cuantas décadas más hasta el día<br />

del Juicio final. Una comparación más detallada de la incidencia de las guerras antes y<br />

después de 1945 podría esclarecer esta cuestión. El tema no es en absoluto trivial.<br />

Es ésta otra manera sencilla de decir lo que ya sabemos desde hace décadas: el desarrollo<br />

de las armas nucleares y sus sistemas de entrega provocarán más tarde o más temprano un<br />

desastre global. Muchos de los científicos norteamericanos y europeos emigrados que<br />

desarrollaron las primeras armas nucleares quedaron anonadados por el demonio que<br />

habían dejado suelto en el mundo. Apelaron en favor de la abolición global de las armas<br />

nucleares. Pero nadie les hizo caso: la perspectiva de una ventaja estratégica nacional<br />

galvanizó tanto a la URSS como a los Estados Unidos y empezó la carrera de armas<br />

nucleares.<br />

Durante el mismo período hubo un floreciente tráfico internacional de las devastadoras<br />

armas no nucleares que se califican tímidamente de convencionales . En los últimos<br />

veinticinco años, el comercio internacional de armas ha subido desde 300 millones de

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