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Carl Sagan - Cosmos

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dólares a mucho más de 20 000 millones, cifra ésta corregida de inflación. En los años entre<br />

1950 y 1968, para los cuales parece que se dispone de buenas estadísticas, hubo, en<br />

promedio y en todo el mundo, varios accidentes por año con participación de armas<br />

nucleares, aunque quizás no más de una o dos explosiones nucleares accidentales. Los<br />

grupos de presión armamentista de la Unión Soviética, de los Estados Unidos y de otras<br />

naciones son grandes y poderosos. En los Estados Unidos incluyen a empresas<br />

importantes, famosas por sus productos casi hogareños. Según una estimación, los<br />

beneficios de las empresas que fabrican armas militares son de un 30% a un 50% superiores<br />

a los de empresas en un mercado civil igualmente tecnológico pero competitivo. Aumentos<br />

de coste en los sistemas de armas militares son aceptados en una escala que sería<br />

inaceptable en la esfera civil. En la Unión Soviética los recursos, calidad, atención y<br />

cuidados prodigados a la producción militar contrastan fuertemente con lo poco que queda<br />

para los bienes de consumo. Según algunas estimaciones casi la mitad de los científicos y<br />

altos tecnólogos de la Tierra están empleados de modo total o parcial en cuestiones<br />

militares. Quienes participan en el desarrollo y fabricación de armas de destrucción masiva<br />

reciben salarios, participación en el poder e incluso si es posible honores públicos en los<br />

niveles más altos existentes en sus sociedades respectivas. El secreto que envuelve el<br />

desarrollo de armas, llevado a extremos extravagantes en la Unión Soviética, implica que las<br />

personas con estos empleos casi nunca tienen que aceptar la responsabilidad de sus<br />

acciones. Están protegidos y son anónimos. El secreto militar hace que lo militar sea en<br />

cualquier sociedad el sector más dificil de controlar por los ciudadanos. Si ignoramos lo que<br />

hacen, es muy difícil detenerlos. Los premios son tan sustanciosos, y los grupos de presión<br />

militares de países hostiles mantienen un abrazo mutuo tan siniestro, que al fmal el mundo<br />

descubre que se está deslizando hacia la destrucción definitiva de la empresa humana.<br />

Cada gran potencia tiene alguna justificación ampliamente difundida para conseguir y<br />

ahnacenar armas de destrucción masiva, a menudo incluyendo un recordatorio reptiliano del<br />

supuesto carácter y de los defectos culturales de enemigos potenciales (al contrario de<br />

nosotros, gente sana), o de las intenciones de los demás, y nunca de las nuestras, de<br />

conquistar el mundo. Cada nación parece tener su conjunto de posibilidades prohibidas, en<br />

las que hay que prohibir a toda costa que sus ciudadanos y partidarios piensen seriamente.<br />

En la Unión Soviética están el capitalismo, Dios, y la renuncia a la soberanía nacional; en los

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