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Carl Sagan - Cosmos

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cualquiera de hace cien mil años y notando el crecimiento de una extraña nube en la parte de<br />

la Luna no iluminada, nube alcanzada de repente por los rayos del Sol. Pero no esperamos<br />

que un acontecimiento tal haya sucedido en tiempos históricos. Las probabilidades en contra<br />

deben de ser como de cien a uno. Sin embargo hay un relato histórico que puede ser la<br />

descripción real de un impacto en la Luna visto desde la Tierra a simple vista: la tarde del 25<br />

de junio de 1178, cinco monjes británicos contaron algo extraordinario, que después quedó<br />

registrado en la crónica de Gervasio de Canterbury, considerada generalmente como un<br />

documento fidedigno de los acontecimientos políticos y culturales de su tiempo: el autor<br />

interrogó a los testigos oculares quienes afirmaron, bajo juramento, decir la verdad de la<br />

historia. La crónica cuenta:<br />

Había una brillante luna nueva, y como es habitual en esta fase sus cuernos estaban<br />

inclinados hacia el Este. De pronto el cuerno superior se abrió en dos. En el punto medio de<br />

la división emergió una antorcha flameante, que vomitaba fuego, carbones calientes y<br />

chispas.<br />

Los astrónomos Derral Mulholland y Odile Calame han calculado que un impacto lunar<br />

produciría una nube de polvo emanando de la superficie de la Luna con un aspecto bastante<br />

similar al descrito por los monjes de Canterbury.<br />

Si un impacto como ése se hubiera producido hace solamente 800 años, el cráter todavía<br />

sería visible. La erosión en la Luna es tan ineficaz, a causa de la ausencia de agua y de aire,<br />

que cráteres incluso pequeños que tienen ya unos cuantos miles de millones de años de<br />

edad se conservan relativamente bien. La descripción que Gervasio reproduce permite<br />

precisar el sector de la Luna al que se refieren las observaciones. Los impactos producen<br />

rayos, estelas lineales de polvo fino arrojado durante la explosión. Los rayos de este tipo<br />

están asociados con los cráteres más jóvenes de la Luna; por ejemplo, los que recibieron las<br />

nombres de Aristarco, Copémico y Kepler. Pero si bien los cráteres pueden resistir la erosión<br />

en la Luna, los rayos, que son excepcionalmente finos, no pueden. A medida que pasa el<br />

tiempo, la llegada de micrometeoritos polvillo fino del espacio basta para, remover y cubrir<br />

los rayos, que desaparecen gradualmente. Por lo tanto los rayos son la firma de un impacto<br />

reciente.

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