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Carl Sagan - Cosmos

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Los planetas se mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol, pero sus órbitas no son muy<br />

elípticas. De entrada y a primera vista, son casi indistinguibles de un círculo. Son los<br />

cometas especialmente los cometas de largo período los que tienen órbitas<br />

espectacularmente elípticas. Los planetas son los veteranos del sistema solar interno; los<br />

cometas son recién llegados. ¿Por qué las órbitas planetarias son casi circulares y están<br />

netamente separadas unas de otras? Porque si los planetas tuvieran órbitas muy elípticas,<br />

de modo que sus trayectorias se cortasen, antes o después se produciría una colisión. En la<br />

historia inicial del sistema solar, hubo probablemente muchos planetas en proceso de<br />

formación. Los planetas cuyas órbitas elípticas se cruzaban tendieron a colisionar y a<br />

destruirse entre ellos. Los de órbitas circulares tendieron a crecer y a sobrevivir. Las órbitas<br />

de los planetas actuales son las órbitas de los supervivientes de esta selección natural<br />

mediante colisiones, la edad mediana y estable de un sistema solar dominado por impactos<br />

catastróficos iniciales.<br />

En el sistema solar más exterior, en la oscuridad de más allá de los planetas, hay una vasta<br />

nube esférica de un billón de núcleos cometarios, orbitando al Sol no más rápidamente que<br />

un coche de carreras en las 500 millas de Indianápolis. 1 Un cometa más o menos típico<br />

tendría el aspecto de una bola gigante de nieve en rotación, de un kilómetro de diámetro<br />

aproximadamente. La mayoría de los cometas nunca atraviesan el límite marcado por la<br />

órbita de Plutón. Pero en ocasiones el paso de una estrella provoca una agitación y<br />

conmoción gravitatorias en la nube cometaria, y un grupo de cometas se encuentra<br />

trasladado a órbitas muy elípticas y precipitándose hacia el Sol. Su recorrido sufre luego<br />

más variaciones por encuentros gravitatorios con Júpiter y Satumo, y una vez cada cien años<br />

más o menos tiende a emprender una carrera hacia el interior del sistema solar. En algún<br />

punto entre las órbitas de Júpiter y Marte empezará a calentarse y a evaporarse. La materia<br />

que sale expulsada de la atmósfera del Sol, el viento solar, transporta fragmentos de polvo y<br />

de hielo hacia detrás del cometa, formando una cola incipiente. Si Júpiter tuviera un metro<br />

de longitud nuestro cometa sería más pequeño que una mota de polvo, pero su cola una vez<br />

desarrollada del todo es tan grande como las distancias entre los mundos. Cuando está a<br />

una distancia que le hace visible desde la Tierra provoca, en cada una de sus órbitas,<br />

estallidos de fervor supersticioso entre los terrestres. Pero con el tiempo, los terrestres<br />

comprenden que los cometas no viven en la misma atmósfera que ellos, sino fuera, entre los

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