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Carl Sagan - Cosmos

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Las principales fuentes de energía de nuestra actual civilización industrial son los llamados<br />

carburantes fósiles. Utilizamos como combustible madera y petróleo, carbón y gas natural, y<br />

en el proceso se liberan al aire gases de desecho, principalmente CO2. En consecuencia el<br />

dióxido de carbono contenido en la Tierra está aumentando de un modo espectacular. La<br />

posibilidad de que se dispare el efecto de invernadero sugiere que tenemos que ir con<br />

cuidado: incluso un aumento de uno o dos grados en la temperatura global podría tener<br />

consecuencias catastróficas. Al quemar carbón, petróleo y gasolina, también introducimos<br />

ácido sulfúrico en la atmósfera. Ahora mismo nuestra estratosfera posee, al igual que Venus,<br />

una neblina considerable de diminutas gotas de ácido sulfúrico. Nuestras grandes ciudades<br />

están contaminadas con moléculas nocivas. No comprendemos los efectos que tendrán a<br />

largo plazo todas estas actividades.<br />

Pero también hemos estado perturbando el clima en el sentido opuesto. Durante cientos de<br />

miles de años los seres humanos han estado quemando y talando los bosques, y llevando a<br />

los animales domésticos a pastar y a destruir las praderas. La agricultura intensiva, la<br />

deforestación industrial de los trópicos y el exceso de pastoreo son hoy desenfrenados. Pero<br />

los bosques son más oscuros que las praderas, y las praderas lo son más que los desiertos.<br />

Como consecuencia, la cantidad de luz solar absorbida por el suelo ha ido disminuyendo y<br />

los cambios en la utilización del suelo han hecho bajar temperatura de la superficie de<br />

nuestro planeta. Es posible que este enfriamiento aumente el tamaño del casquete de hielo<br />

polar, el cual con su brillo reflejará aún más la luz solar desde la Tierra, enfriando aún más el<br />

planeta y disparando un efecto de albedo.<br />

Nuestro encantador planeta azul, la Tierra, es el único hogar que conocemos. Venus es<br />

demasiado caliente, Marte es demasiado frío. Pero la Tierra está en el punto justo, y es un<br />

paraíso para los humanos. Fue aquí, al fin y al cabo, donde evolucionamos. Pero nuestro<br />

agradable clima puede ser inestable. Estamos perturbando nuestro propio planeta de un<br />

modo serio y contradictorio. ¿Existe el peligro de empujar el ambiente de la Tierra hacia el<br />

infierno planetario de Venus o la eterna era glacial de Marte? La respuesta sencilla es que<br />

nadie lo sabe. El estudio del clima global, la comparación de la Tierra con otros mundos, son<br />

materias que están en sus primeras bases de desarrollo. Son especialidades<br />

subvencionadas con escasez y de mala gana. En nuestra ignorancia continuamos el actual

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