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Carl Sagan - Cosmos

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. Incluso en este caso es probable que haya necesidades más urgentes en la Tierra. Pero<br />

no dudo que si evitamos la autodestrucción, más tarde o más temprano llevaremos a cabo<br />

estas misiones. Es casi imposible mantener una sociedad estática. Hay una especie de<br />

interés sicológico compuesto: basta una pequeña tendencia a las economías, a volverle la<br />

espalda al <strong>Cosmos</strong>, para que el resultado sumado al cabo de muchas generaciones sea una<br />

decadencia señalada. Y a la inversa, basta un ligero compromiso para aventurarse más allá<br />

de la Tierra en lo que siguiendo a Colón podríamos denominar la empresa de las estrellas<br />

para que se acumule al cabo de muchas generaciones y dé una presencia humana señalada<br />

en otros mundos, el placer de participar en el <strong>Cosmos</strong>.<br />

Hace unos 3,6 millones de años, en lo que es actualmente el norte de Tanzania, un volcán<br />

entró en erupción; la nube resultante de cenizas cubrió la sabana de los alrededores. En<br />

1979 la paleoantro óloga Mary Leakey descubrió en estas 1 p<br />

cenizas huellas de pies, huellas de pies que según ella son de un primitivo homínido, quizás<br />

de un antepasado de todos nosotros, habitantes de la Tierra actual. Y a 380 000 kilómetros<br />

de distancia, en una llanura plana y seca que los hombres en un momento de optimismo<br />

llamaron Mar de la Tranquilidad, hay otra huella de pie dejada por el primer hombre que<br />

caminó por otro mundo. Hemos llegado lejos en 3,6 millones de años, y en 4 600 millones y<br />

en 15 000 millones.<br />

Porque nosotros somos la encarnación local de <strong>Cosmos</strong> que ha crecido hasta tener<br />

consciencia de sí. Hemos empezado a contemplar nuestros orígenes: sustancia estelar que<br />

medita sobre las estrellas? Conjuntos organizados de decenas de miles de billones de<br />

billones de átomos que consideran la evolución de los átomos y rastrean el largo camino a<br />

través del cual llegó a surgir la consciencia, por lo menos aquí. Nosotros hablamos en<br />

nombre de la Tierra. Debemos nuestra obligación de sobrevivir no sólo a nosotros sino<br />

también a este <strong>Cosmos</strong>, antiguo y vasto, del cual procedemos.

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