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mientras seguían mirándose, casi empezó a temblar de felicidad, una felicidad salvaje<br />
que brotaba de su miedo. Luego, sin que su corazón dejara de latir fuertemente, sacó los<br />
dos fajos de billetes de sus bolsillos, los dejó sobre la mesa con un golpe y los empujó<br />
hacia ella.<br />
-Esto es para usted -dijo-. Es suyo si lo quiere.<br />
Ella echó una mirada al dinero durante una fracción de segundo, pero no hizo<br />
ningún movimiento para tocarlo.<br />
-Billetes de cien -dijo-. ¿O sólo lo son los de arriba?<br />
-Son de cien de arriba abajo. Cinco mil dólares en total.<br />
-Cinco mil dólares no es poca cosa. Ni siquiera los ricos le harían ascos a cinco<br />
mil dólares. Pero no es precisamente una cantidad de dinero que le cambie la vida a<br />
nadie.<br />
-Esto es solamente el principio. Lo que podríamos llamar una entrada.<br />
-Ya. ¿Y de qué resto está usted hablando?<br />
-Mil dólares al día. Mil dólares al día mientras dure.<br />
-¿Y cuánto durará?<br />
-Mucho tiempo. Suficiente como para que pague sus deudas y deje su trabajo.<br />
Suficiente como para que se vaya de aquí. Suficiente como para que se compre un<br />
coche nuevo y un nuevo vestuario. Y una vez que haya hecho todo eso, todavía tendrá<br />
tanto que no sabrá qué hacer con ello.<br />
-¿Y qué se supone que es usted? ¿Mi hada madrina?<br />
-Sólo un hombre que está pagando una deuda, nada más.<br />
-¿Y qué pasaría si le dijera que no me gusta el arreglo? ¿Qué pasaría si le dijera<br />
que prefiero recibir todo el dinero de una vez?<br />
-Ése era el primer plan, pero las cosas han cambiado desde que he llegado aquí.<br />
Ahora estamos en el Plan B.<br />
-Creí que estaba usted intentando ser amable conmigo.<br />
-Y lo estoy. Pero quiero que usted también lo sea conmigo. Si lo hacemos de<br />
esta manera, hay más probabilidades de que la cosa se mantenga equilibrada.<br />
-Me está usted diciendo que no se fía de mí, ¿no es eso?<br />
-Su actitud me pone un poco nervioso. Estoy seguro de que lo comprenderá.<br />
-¿Y qué sucede mientras me hace esos pagos diarios? ¿Se presenta todas las<br />
mañanas a la hora acordada, me entrega el dinero y se larga, o también piensa quedarse<br />
a desayunar?<br />
-Ya se lo he dicho antes: no quiero nada de usted. Usted recibe el dinero libre de<br />
cargas, y no me debe nada.<br />
-Ya, bueno, más vale que dejemos las cosas claras, tío listo. No sé lo que le<br />
habrá dicho Maria de mi, pero mi coño no está en venta. Por ninguna cantidad de<br />
dinero. ¿Comprendido? Nadie me obliga a irme a la cama con él. Yo follo con quien me<br />
da la gana, y el hada madrina se guarda su varita mágica. ¿Hablo claro?<br />
-Me está usted diciendo que no entro en sus planes. Y yo acabo de decirle que<br />
usted no entra en los míos. No veo cómo podríamos dejarlo más claro.<br />
-Está bien. Ahora déme algún tiempo para pensar en todo esto. Estoy muerta y<br />
necesito irme a dormir.<br />
-No tiene que pensarlo. Ya sabe la respuesta.<br />
-Puede que sí y puede que no. Pero no voy a hablar más del asunto esta noche.<br />
Ha sido un día muy duro y estoy que me caigo. Pero sólo para demostrarle lo amable<br />
que puedo ser, voy a dejarle dormir en el sofá del cuarto de estar. En honor de Maria... y<br />
sólo por esta vez. Es tardísimo y no encontrará un motel si se pone a buscarlo ahora.<br />
-No tiene por qué hacer eso.<br />
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