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PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

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de acuerdo con una complicada serie de extraños rituales privados. Para ella cada<br />

experiencia estaba sistematizada, era una aventura autónoma que generaba sus propios<br />

riesgos y limitaciones, y cada uno de sus proyectos correspondía a una categoría<br />

diferente, separada de todas las otras. En mi caso, pertenecía a la categoría del sexo.<br />

Ella me nombró su compañero de cama aquella primera noche y ésa fue la función que<br />

seguí cumpliendo hasta el final. En el universo de las compulsiones de Maria, yo era<br />

únicamente un ritual entre muchos, pero me gustaba el papel que había elegido para mí<br />

y nunca encontré ningún motivo de queja.<br />

Maria era artista, pero el trabajo que hacía no tenía nada que ver con la creación<br />

de objetos comúnmente definidos como arte. Algunas personas decían que era<br />

fotógrafa, otros se referían a ella llamándola conceptualista, otros la consideraban<br />

escritora, pero ninguna de estas descripciones era exacta, y en última instancia creo que<br />

no se la podía clasificar de ninguna manera. Su trabajo era demasiado disparatado,<br />

demasiado idiosincrásico, demasiado personal para ser considerado perteneciente a<br />

ningún medio o disciplina específica. Las ideas se apoderaban de ella, trabajaba en<br />

proyectos, había resultados concretos que podía exhibir en galerías, pero esta actividad<br />

no nacía tanto de un deseo de hacer arte como de la necesidad de entregarse a sus<br />

obsesiones, de vivir su vida exactamente corno deseaba vivirla. Vivir era siempre lo<br />

primero, y buen número de los proyectos a los que dedicaba más tiempo los hacía<br />

exclusivamente para sí misma y nunca los mostraba a nadie.<br />

Desde los catorce años había guardado todos los regalos de cumpleaños que le<br />

habían hecho: aún envueltos, pulcramente ordenados cronológicamente en estantes. De<br />

adulta, celebraba cada año una cena de cumpleaños en su honor, a la cual invitaba<br />

siempre a tantas personas como años cumplía. Algunas semanas se permitía hacer lo<br />

que ella llamaba “la dieta cromática”, limitándose a alimentos de un solo color cada día.<br />

Lunes, naranja: zanahorias, melones cantalupo, camarones cocidos. Martes, rojo:<br />

tomates, caquis, steak tartare. Miércoles, blanco: lenguado, patatas, requesón. Jueves,<br />

verde: pepinos, brécol, espinacas. Y así sucesivamente hasta llegar a la última comida<br />

del domingo. Otras veces hacía divisiones semejantes basadas en las letras del alfabeto.<br />

Pasaba días enteros bajo el hechizo de la b o la c o la w, y luego, tan repentinamente<br />

como había empezado, abandonaba el juego y pasaba a otra cosa. Éstos no eran más que<br />

caprichos, supongo, mínimos experimentos con la idea de la clasificación y el hábito,<br />

pero otros juegos similares podían durar muchos años. Estaba el proyecto a largo plazo<br />

de vestir a Mr. L., por ejemplo, un desconocido al que había visto una vez en una fiesta.<br />

A Maria le pareció uno de los hombres más guapos que había visto, pero su ropa era<br />

una desgracia, pensó, y, sin comunicarle sus intenciones a nadie, se empeñó en mejorar<br />

su guardarropa. Todos los años por Navidad le mandaba un regalo anónimo -una<br />

corbata, un jersey, una camisa elegante-, y como Mr. L. se movía más o menos en los<br />

mismos círculos sociales que ella, se lo encontraba de vez en cuando y se fijaba con<br />

placer en los espectaculares cambios producidos en su vestuario. Porque el hecho era<br />

que Mr. L. siempre se ponía la ropa que Maria le enviaba. Incluso se acercaba a él en<br />

estas reuniones y le alababa lo que llevaba, pero eso era lo más lejos que iba, y él nunca<br />

llegó a enterarse de que Maria era la responsable de aquellos paquetes de Navidad.<br />

Se había criado en Holyoke, Massachusetts, hija única de unos padres que se<br />

divorciaron cuando ella tenía seis años. Después de terminar sus estudios en el instituto<br />

en 1970, se fue a Nueva York con la idea de asistir a una escuela de bellas artes y llegar<br />

a ser pintora, pero perdió interés después del primer trimestre y lo dejó. Se compró un<br />

camión Dodge de segunda mano y se marchó a hacer un recorrido por el país; se<br />

quedaba exactamente dos semanas en cada estado y hacía trabajos temporales por el<br />

camino siempre que era posible -de camarera, en granjas, en fábricas-, ganando justo lo<br />

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