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-Me da igual. Le conozco. Estaba casado con mi amiga Lillian Stern. De no ser<br />
por mí, no se habrían conocido.<br />
Ya era casi de día, pero continuaron hablando todavía durante varias horas más,<br />
siguieron levantados hasta las nueve o las diez de la mañana mientras Maria le contaba<br />
su historia con Lillian Stern. Sachs, cuyo cuerpo se había ido desmoronando por el<br />
agotamiento, encontró fuerzas renovadas y se negó a acostarse hasta qué ella hubiese<br />
terminado. Oyó hablar de la infancia de Maria y Lillian en Massachusetts, de su traslado<br />
a Nueva York después de terminar sus estudios en el instituto, del largo período en el<br />
que perdieron contacto, de su inesperado reencuentro en el portal de la casa de Lillian.<br />
Maria le explicó la historia de la libreta de direcciones, desenterró las fotografías que le<br />
había hecho a Lillian y las extendió en el suelo ante él, le contó su experimento de<br />
cambiar de identidad. Esto había llevado directamente a que Lillian conociese a<br />
Dimaggio, le dijo, y a la apasionada relación amorosa que siguió. Maria nunca le había<br />
conocido muy bien y, excepto que le agradó, no podía decir mucho acerca de él. Sólo<br />
recordaba unos cuantos detalles al azar. Por ejemplo que había combatido en Vietnam,<br />
pero ya no tenía claro si había sido llamado a filas o se había alistado voluntario.<br />
Debieron de licenciarle a principios de los años setenta, sin embargo, ya que sabía con<br />
certeza que había ido a la universidad con una beca especial para los soldados y cuando<br />
Lillian le conoció en 1976 ya había terminado la carrera de letras y estaba a punto de<br />
irse a Berkeley como estudiante graduado en historia americana. En total le había visto<br />
cinco o seis veces, y varios de esos encuentros habían tenido lugar al principio, justo<br />
cuando él y Lillian se estaban enamorando. Lillian se marchó a California con él al mes<br />
siguiente, y después de eso Maria sólo le vio en dos ocasiones: en la boda en 1977 y<br />
después del nacimiento de su hija en 1981. El matrimonio terminó en 1984. Lillian<br />
habló varias veces con Maria durante el período de la separación, pero desde entonces<br />
sus contactos habían sido irregulares. Con intervalos cada vez más largos entre cada<br />
llamada.<br />
Nunca había visto ninguna crueldad en Dimaggio, dijo, nada que sugiriese que<br />
fuese capaz de hacerle daño a nadie, y mucho menos de dispararle a un desconocido a<br />
sangre fría. No era un criminal, era un estudiante, un intelectual, un profesor, y él y<br />
Lillian habían vivido una vida bastante aburrida en Berkeley. Él daba clases como<br />
adjunto en la universidad y trabajaba en su tesis doctoral; ella estudiaba arte dramático,<br />
tuvo varios trabajos a tiempo parcial y actuaba en montajes teatrales y películas de<br />
estudiantes. Los ahorros de Lillian les ayudaron durante los dos primeros años, pero<br />
después el dinero escaseaba y con mucha frecuencia llegar a fin de mes era una proeza.<br />
Ciertamente no se podía decir que fuese la vida de un delincuente, dijo Maria.<br />
Tampoco era la vida que ella había imaginado que su amiga elegiría. Después de<br />
los alocados años de Nueva York, parecía extraño que Lillian se hubiese emparejado<br />
con alguien como Dimaggio. Pero ya había pensado en dejar Nueva York, y las<br />
circunstancias de su encuentro habían sido tan extraordinarias (tan “arrebatadoras”,<br />
como dijo Maria) que la idea de marcharse con él debió de parecerle irresistible, no<br />
tanto una elección como una obra del destino. Es verdad que Berkeley no era<br />
Hollywood, pero tampoco Dimaggio era un ratón de biblioteca con gafas de montura<br />
metálica y el pecho hundido. Era un hombre joven, fuerte y guapo, y la atracción física<br />
no debió de ser ningún problema. Igualmente importante, él era más inteligente que<br />
nadie que ella hubiese conocido: hablaba mejor y sabía más, y tenía opiniones acerca de<br />
todos los temas. Lillian, que no había leído más de dos o tres libros en su vida, debió de<br />
quedar subyugada por él. Maria opinaba que probablemente pensó que Dimaggio la<br />
transformaría, que el mero hecho de conocerle la libraría de su mediocridad y la<br />
ayudaría a hacer algo de sí misma. Llegar a ser estrella de cine era solamente un sueño<br />
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