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PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

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pesar de que raras veces he conocido a nadie que fuese tan torpe, tan inepto físicamente,<br />

tan inútil para realizar las acciones más sencillas. Durante toda nuestra conversación de<br />

aquella tarde no paró de tirar su abrigo del taburete. Debió de suceder seis o siete veces,<br />

y una de ellas, cuando se agachó para recogerlo, incluso se dio con la cabeza en la barra.<br />

No obstante, según descubrí más tarde, Sachs era un excelente atleta. Había sido el<br />

principal anotador del equipo de baloncesto de su colegio, y en todos los partidos de<br />

uno contra uno que jugamos a lo largo de los años, no creo que le ganara más de una o<br />

dos veces. Era locuaz y a menudo descuidado al hablar, pero su literatura se<br />

caracterizaba por una gran precisión y concisión, un auténtico don para la frase<br />

adecuada. El hecho de que escribiera, por otra parte, me parecía muchas veces un<br />

enigma. Estaba demasiado volcado hacia fuera, demasiado fascinado por los demás,<br />

demasiado contento entre las multitudes, para dedicarse a una ocupación tan solitaria.<br />

Pero la soledad apenas le perturbaba y siempre trabajaba con tremenda disciplina y<br />

fervor, encerrándose a veces durante varias semanas seguidas para terminar un<br />

proyecto. Dado su carácter y su particular modo de mantener vivas todas las facetas de<br />

su personalidad, uno suponía que Sachs no estaba casado. Parecía demasiado<br />

desarraigado para la vida doméstica, demasiado democrático en sus afectos para ser<br />

capaz de mantener relaciones íntimas con una sola persona. Pero Sachs se casó joven,<br />

mucho más joven que nadie que yo conociese, y mantuvo vivo ese matrimonio durante<br />

cerca de veinte años. Tampoco era Fanny la clase de esposa que parecía especialmente<br />

adecuada para él. En caso de necesidad, yo podría haberle imaginado con una mujer<br />

dócil y maternal, una de esas esposas que permanece contenta a la sombra de su marido,<br />

dedicada a proteger a su hombre-niño de los aspectos prácticos del mundo cotidiano.<br />

Pero Fanny no era ni remotamente así. La compañera de Sachs era en todo su igual, una<br />

mujer compleja y sumamente inteligente que tenía una vida propia e independiente, y si<br />

él consiguió conservarla durante esos veinte años fue únicamente porque se lo ganó a<br />

pulso, porque tenía un enorme talento para entenderla y mantenerla en equilibrio<br />

consigo misma. El talante dulce de Sachs sin duda ayudó al matrimonio, pero no<br />

quisiera poner demasiado énfasis en ese aspecto de su carácter. A pesar de su dulzura,<br />

Sachs podía ser rígidamente dogmático en su manera de pensar, y había veces en que se<br />

desataba en salvajes ataques de ira, estallidos de cólera verdaderamente terroríficos.<br />

Éstos no iban dirigidos tanto a la gente que quería como al mundo en general. Las<br />

estupideces del mundo le asombraban y, bajo su jovialidad y buen humor, uno percibía<br />

a veces un profundo poso de intolerancia y desprecio. En casi todo lo que escribía se<br />

percibía el filo de la irritación y el combate, y a lo largo de los años fue adquiriendo<br />

fama de problemático. Supongo que se lo merecía, pero en última instancia esto era una<br />

pequeña parte de su personalidad. La dificultad estriba en definirle de un modo<br />

concluyente. Sachs era demasiado imprevisible para eso, tenía un espíritu demasiado<br />

amplio e ingenioso, demasiado lleno de ideas nuevas para quedarse en el mismo sitio<br />

mucho tiempo. A veces me resultaba agotador estar con él, pero nunca aburrido. Sachs<br />

me tuvo en vilo durante quince años, desafiándome y provocándome constantemente, y<br />

mientras estoy aquí sentado tratando de explicar cómo era, apenas puedo imaginar mi<br />

vida sin él.<br />

-Estoy en desventaja contigo -dije, bebiendo un sorbo del bourbon de mi vaso<br />

recién lleno-. Tú has leído casi cada palabra que he escrito y yo no he visto ni una línea<br />

tuya. Vivir en Francia tenía sus ventajas, pero estar al día sobre los libros<br />

norteamericanos no era una de ellas.<br />

-No te has perdido mucho -dijo Sachs-. Te lo aseguro.<br />

-De todas formas, me siento un poco avergonzado. Aparte del título, no sé ni una<br />

palabra de tu libro.<br />

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