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pesar de que raras veces he conocido a nadie que fuese tan torpe, tan inepto físicamente,<br />
tan inútil para realizar las acciones más sencillas. Durante toda nuestra conversación de<br />
aquella tarde no paró de tirar su abrigo del taburete. Debió de suceder seis o siete veces,<br />
y una de ellas, cuando se agachó para recogerlo, incluso se dio con la cabeza en la barra.<br />
No obstante, según descubrí más tarde, Sachs era un excelente atleta. Había sido el<br />
principal anotador del equipo de baloncesto de su colegio, y en todos los partidos de<br />
uno contra uno que jugamos a lo largo de los años, no creo que le ganara más de una o<br />
dos veces. Era locuaz y a menudo descuidado al hablar, pero su literatura se<br />
caracterizaba por una gran precisión y concisión, un auténtico don para la frase<br />
adecuada. El hecho de que escribiera, por otra parte, me parecía muchas veces un<br />
enigma. Estaba demasiado volcado hacia fuera, demasiado fascinado por los demás,<br />
demasiado contento entre las multitudes, para dedicarse a una ocupación tan solitaria.<br />
Pero la soledad apenas le perturbaba y siempre trabajaba con tremenda disciplina y<br />
fervor, encerrándose a veces durante varias semanas seguidas para terminar un<br />
proyecto. Dado su carácter y su particular modo de mantener vivas todas las facetas de<br />
su personalidad, uno suponía que Sachs no estaba casado. Parecía demasiado<br />
desarraigado para la vida doméstica, demasiado democrático en sus afectos para ser<br />
capaz de mantener relaciones íntimas con una sola persona. Pero Sachs se casó joven,<br />
mucho más joven que nadie que yo conociese, y mantuvo vivo ese matrimonio durante<br />
cerca de veinte años. Tampoco era Fanny la clase de esposa que parecía especialmente<br />
adecuada para él. En caso de necesidad, yo podría haberle imaginado con una mujer<br />
dócil y maternal, una de esas esposas que permanece contenta a la sombra de su marido,<br />
dedicada a proteger a su hombre-niño de los aspectos prácticos del mundo cotidiano.<br />
Pero Fanny no era ni remotamente así. La compañera de Sachs era en todo su igual, una<br />
mujer compleja y sumamente inteligente que tenía una vida propia e independiente, y si<br />
él consiguió conservarla durante esos veinte años fue únicamente porque se lo ganó a<br />
pulso, porque tenía un enorme talento para entenderla y mantenerla en equilibrio<br />
consigo misma. El talante dulce de Sachs sin duda ayudó al matrimonio, pero no<br />
quisiera poner demasiado énfasis en ese aspecto de su carácter. A pesar de su dulzura,<br />
Sachs podía ser rígidamente dogmático en su manera de pensar, y había veces en que se<br />
desataba en salvajes ataques de ira, estallidos de cólera verdaderamente terroríficos.<br />
Éstos no iban dirigidos tanto a la gente que quería como al mundo en general. Las<br />
estupideces del mundo le asombraban y, bajo su jovialidad y buen humor, uno percibía<br />
a veces un profundo poso de intolerancia y desprecio. En casi todo lo que escribía se<br />
percibía el filo de la irritación y el combate, y a lo largo de los años fue adquiriendo<br />
fama de problemático. Supongo que se lo merecía, pero en última instancia esto era una<br />
pequeña parte de su personalidad. La dificultad estriba en definirle de un modo<br />
concluyente. Sachs era demasiado imprevisible para eso, tenía un espíritu demasiado<br />
amplio e ingenioso, demasiado lleno de ideas nuevas para quedarse en el mismo sitio<br />
mucho tiempo. A veces me resultaba agotador estar con él, pero nunca aburrido. Sachs<br />
me tuvo en vilo durante quince años, desafiándome y provocándome constantemente, y<br />
mientras estoy aquí sentado tratando de explicar cómo era, apenas puedo imaginar mi<br />
vida sin él.<br />
-Estoy en desventaja contigo -dije, bebiendo un sorbo del bourbon de mi vaso<br />
recién lleno-. Tú has leído casi cada palabra que he escrito y yo no he visto ni una línea<br />
tuya. Vivir en Francia tenía sus ventajas, pero estar al día sobre los libros<br />
norteamericanos no era una de ellas.<br />
-No te has perdido mucho -dijo Sachs-. Te lo aseguro.<br />
-De todas formas, me siento un poco avergonzado. Aparte del título, no sé ni una<br />
palabra de tu libro.<br />
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