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claramente que todo había terminado, que ya no quería estar casado con ella, Fanny<br />
estaba decidida a quedarse donde estaba. El empate duró cuatro o cinco meses. Un<br />
periodo insoportablemente largo, me parece a mí, pero Fanny se negaba a retroceder,<br />
creía que él la estaba poniendo a prueba, tratando de hacerla salir de su vida a<br />
empujones para ver con cuánta tenacidad se resistía ella, y si ella se daba por vencida<br />
entonces, los peores temores de Ben respecto a sí mismo se verían confirmados. Tal era<br />
la lógica circular de su lucha por salvar su matrimonio. Cada vez que Ben le hablaba,<br />
ella interpretaba que sus palabras significaban lo contrario de lo que había dicho.<br />
Márchate quería decir no te marches; ama a otro quería decir ámame; renuncia quería<br />
decir no renuncies. A la luz de lo que sucedió después, no estoy tan seguro de que ella<br />
estuviese equivocada. Sachs parecía saber lo que quería, pero una vez que lo consiguió,<br />
ya no tuvo ningún valor para él. Para entonces era demasiado tarde. Lo que había<br />
perdido, lo había perdido para siempre.<br />
De acuerdo con lo que Fanny me dijo, nunca hubo una ruptura decisiva entre<br />
ellos. Sachs la sometió a una guerra de desgaste, agotándola con su persistencia,<br />
debilitándola lentamente hasta que ya no tuvo fuerzas para luchar. Al principio hubo<br />
unas cuantas escenas de histeria, me dijo ella, unos cuantos estallidos de lágrimas y<br />
gritos, pero todo eso acabó finalmente. Poco a poco, ella se quedó sin argumentos y<br />
cuando Sachs finalmente pronunció las palabras mágicas, diciéndole un día de<br />
principios de marzo que una separación a prueba podría ser una buena idea, ella se<br />
limitó a asentir con la cabeza y a seguirle la corriente. En esa época yo no sabía nada de<br />
esto. Ninguno de los dos me había confiado sus problemas, y dado que mi vida era<br />
particularmente frenética por entonces, no podía verlos tan a menudo como hubiera<br />
deseado. Iris estaba embarazada; estábamos buscando una casa nueva; yo viajaba en<br />
tren a Princeton dos veces a la semana para dar clases y trabajaba intensamente en mi<br />
siguiente libro. Sin embargo, parece que desempeñé un papel inconsciente en sus<br />
negociaciones matrimoniales. Lo que hice fue proporcionarle a Sachs una excusa, un<br />
modo de marcharse sin que pareciese que daba un portazo. Todo se remonta a aquel día<br />
de febrero en que le seguí por la calle. Yo acababa de pasar dos horas y media con mi<br />
editora, Ann Howard, y en el curso de nuestra conversación se había mencionado el<br />
nombre de Sachs más de una vez. Ann sabía que éramos amigos íntimos. Ella también<br />
había estado en la fiesta del 4 de julio y, puesto que sabía lo del accidente y las<br />
dificultades que él había tenido desde entonces, era normal que me preguntase cómo<br />
estaba. Le dije que aún estaba preocupado por él, ya no tanto por su estado de ánimo<br />
como por el hecho de que no daba ni golpe.<br />
-Hace ya siete meses -dije-, y eso son unas vacaciones demasiado largas, sobre<br />
todo para alguien como Ben.<br />
Así que hablamos de trabajo durante unos minutos, preguntándonos qué haría<br />
falta para que volviera a ponerse en marcha, y justo cuando estábamos empezando el<br />
postre, a Ann se le ocurrió una idea que me pareció interesante.<br />
-Debería reunir sus viejos artículos y publicarlos como libro -dijo-. No sería<br />
difícil. Lo único que tendría que hacer sería elegir los mejores, quizá retocar un par de<br />
frases aquí y allá. Pero una vez que se siente a trabajar, ¿quién sabe lo que puede<br />
ocurrir? Tal vez eso le haga empezar a escribir otra vez.<br />
-¿Estás diciendo que te interesaría publicar ese libro? -pregunté.<br />
-No sé -dijo-. ¿Es eso lo que estoy diciendo? -Ann hizo una pausa y luego se rió-<br />
. Supongo que es lo que acabo de decir, ¿no? -Se calló de nuevo, como para frenarse<br />
antes de ir demasiado lejos-. Pero qué demonios, ¿por qué no? No será que no conozca<br />
el trabajo de Ben. Lo leo desde que estaba en el instituto. Puede que ya sea hora de que<br />
alguien le retuerza el brazo y le obligue a hacerlo.<br />
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