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muerto. Dio tres o cuatro pasos dentro de la habitación y luego se quedó paralizado. Fue<br />
cuando me vio de pie en el rincón, el cuchillo aún levantado en el aire, mi cuerpo aún<br />
listo para saltar.<br />
-Dios santo -dijo-. Eres tú.<br />
Traté de decir algo, pero las palabras no me salieron.<br />
-He visto la luz -dijo Sachs, todavía mirándome con incredulidad-. Pensé que<br />
probablemente era Fanny.<br />
-No -dije-. No es Fanny.<br />
-No, no parece que lo sea.<br />
-Pero tú tampoco eres tú. No puedes ser tú, ¿verdad? Tú estás muerto. Todo el<br />
mundo lo sabe ya. Estás tirado en una cuneta en alguna parte al borde de la carretera,<br />
pudriéndote bajo una capa de hojas.<br />
Tardé algún tiempo en recuperarme del susto, pero no mucho, no tanto como<br />
habría pensado. Me pareció que tenía buen aspecto, la mirada tan penetrante y el cuerpo<br />
tan en forma como antes y, exceptuando las canas que se hablan extendido por su pelo,<br />
era esencialmente la misma persona de siempre. Eso debió de tranquilizarme. No era un<br />
espectro el que había vuelto, era el viejo Sachs, tan vibrante y locuaz corno siempre.<br />
Quince minutos después de que entrase en la casa, yo ya estaba acostumbrado a él<br />
nuevamente, ya estaba dispuesto a aceptar que estaba vivo.<br />
No esperaba encontrarte aquí, dijo, y antes de que nos sentásemos y nos<br />
pusiésemos a hablar, se disculpó varias veces por haberse quedado tan aturdido. Dadas<br />
las circunstancias, dudé de que las disculpas fuesen necesarias.<br />
-Ha sido el cuchillo -dije-. Si yo hubiese entrado aquí y me hubiese encontrado a<br />
alguien a punto de acuchillarme, creo que también me habría quedado aturdido.<br />
-No es que no me alegre de verte. Es sólo que no contaba con ello.<br />
-No tienes por qué alegrarte. Después de todo este tiempo, no hay razón para<br />
ello.<br />
-No te culpo por estar furioso.<br />
-No lo estoy. Por lo menos ya no. Reconozco que al principio estuve muy<br />
enfadado, pero se me fue pasando al cabo de unos meses.<br />
-¿Y luego?<br />
-Luego empecé a sentir miedo por ti. Supongo que he estado asustado desde<br />
entonces.<br />
-¿Y Fanny? ¿También ella ha estado asustada?<br />
-Fanny es más valiente que yo. Nunca ha dejado de creer que estabas vivo.<br />
Sachs sonrió, visiblemente complacido por lo que le había dicho. Hasta ese<br />
momento, yo no estaba seguro de si pensaba quedarse o marcharse, pero entonces, de<br />
repente, apartó una silla de la mesa de la cocina y se sentó, actuando como si acabara de<br />
tomar una importante decisión.<br />
-¿Qué fumas últimamente? -preguntó, mirándome con la sonrisa aún en los<br />
labios.<br />
-Schimmelpennincks. Lo mismo que he fumado siempre.<br />
-Estupendo. Vamos a fumarnos un par de tus puritos y luego tal vez podríamos<br />
bebernos una botella de algo.<br />
-Debes estar cansado.<br />
-Por supuesto que estoy cansado. He conducido seiscientos kilómetros y son las<br />
dos de la madrugada. Pero tú querrás que te cuente ,¿no?<br />
-Puedo esperar hasta mañana.<br />
-Es posible que mañana haya perdido el valor.<br />
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