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dispuesto a todoy ni siquiera la idea de pelearme con mi amigo me escandalizaba.<br />
Insistí para que Fanny me hablase de él, ávido de escuchar sus agravios para<br />
justificarme ante mis propios ojos. Si podía probar que él había sido un mal marido,<br />
entonces mi plan de quitársela tendría el peso y la santidad de un propósito moral. No<br />
estaría quitándosela, estaría rescatándola, y mi conciencia quedaría limpia. Era<br />
demasiado ingenuo para comprender que la enemistad también puede ser una dimensión<br />
del amor. Fanny sufría por la conducta sexual de Ben; sus extravíos y pecadillos eran<br />
una fuente constante de dolor para ella, pero una vez que empezó a hacerme<br />
confidencias, la amargura que yo esperaba oír nunca fue más allá de un suave reproche.<br />
Abrirse a mí parecía aliviar cierta presión en su interior, y ahora que ella también había<br />
cometido un pecado, quizá podría perdonarle los pecados que él había cometido contra<br />
ella. Ésta era la economía de la justicia, por así decirlo, el quid pro quo que convierte a<br />
la víctima en victimario, el acto que equilibra la balanza. Acabé por aprender muchas<br />
cosas acerca de Sachs a través de Fanny, pero no me proporcionaban la munición que<br />
buscaba. Más bien, sus revelaciones tenían el efecto opuesto. Una noche, por ejemplo,<br />
cuando empezamos a hablar de la época que él pasó en prisión, descubrí que aquellos<br />
diecisiete meses habían sido mucho más terribles para él de lo que nunca me había<br />
permitido saber. No creo que Fanny estuviera tratando de defenderle expresamente,<br />
pero cuando me enteré de las cosas que había soportado (palizas caprichosas, continuos<br />
vejámenes y amenazas, un posible incidente de violación homosexual), me resultó<br />
difícil experimentar ningún resentimiento contra él. Sachs, visto a través de los ojos de<br />
Fanny, era una persona más complicada y angustiada que la que yo creía conocer. No<br />
era únicamente el exuberante y agotador extrovertido que llegó a ser mi amigo, era<br />
también un hombre que se escondía de los demás, un hombre cargado de secretos que<br />
nunca había compartido con nadie. Yo quería una excusa para volverme contra él, pero<br />
durante esas semanas que pasé con Fanny, me sentí tan unido a él como siempre.<br />
Extrañamente, nada de esto interfería en mis sentimientos hacia ella. Amarla era<br />
sencillo, aunque todo lo que rodeaba a ese amor estuviese cargado de ambigüedad. Era<br />
ella quien se había arrojado en mis brazos, después de todo, y sin embargo cuanto más<br />
la estrechaba, menos seguro me sentía de qué era lo que abrazaba.<br />
La historia coincidió exactamente con la ausencia de Ben. Un par de días antes<br />
de su regreso, finalmente planteé el asunto de qué íbamos a hacer cuando él volviese a<br />
Nueva York. Fanny me propuso que siguiésemos cómo hasta entonces, viéndonos<br />
cuando lo deseáramos. Le dije que eso no era posible, que ella tendría que romper con<br />
Ben y venirse conmigo si queríamos continuar. No había lugar para la duplicidad.<br />
Debíamos contarle lo que había sucedido, resolver las cosas lo más rápidamente posible<br />
y luego hacer planes para casarnos. Nunca se me había ocurrido que no fuera eso lo que<br />
Fanny deseaba, pero esto sólo demuestra lo ignorante que era, lo mal que había<br />
interpretado sus intenciones desde el principio. No dejaría a Ben, me dijo. Ni siquiera<br />
había considerado esa posibilidad. Por mucho que me quisiera, eso no era algo que<br />
estuviese dispuesta a hacer.<br />
Aquello se convirtió en una conversación angustiosa que duró varias horas, una<br />
vorágine de argumentos circulares que nunca nos llevaban a ninguna parte. Ambos<br />
lloramos mucho, implorando al otro que fuese razonable, que cediese, que mirase la<br />
situación desde otra perspectiva, pero no dio resultado. Tal vez era imposible que<br />
saliera bien, pero tal y como se desarrolló me pareció la peor conversación de mi vida,<br />
un momento de ruina absoluta. Fanny se negaba a dejar a Ben y yo me negaba a<br />
quedarme con ella a menos que lo hiciera, tiene que ser todo o nada, le repetía yo. La<br />
amaba demasiado para conformarme con una parte de ella. En lo que a mi se refería,<br />
cualquier cosa que fuera menos que todo, sería nada, una miseria con la cual no podría<br />
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