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quería enseñarme la primera parte de su libro, y que le presentásemos a su ahijada.<br />
-Me la habéis ocultado durante demasiado tiempo -dijo-. ¿Cómo podéis esperar<br />
que me ocupe de ella si ni siquiera sé qué aspecto tiene?<br />
Así que Iris y yo alquilamos un coche y una sillita de bebé y nos fuimos al norte<br />
a pasar unos días con él. Recuerdo que le preguntamos a Fanny si quería venir con<br />
nosotros, pero al parecer la ocasión no era oportuna. Acababa de empezar el texto para<br />
el catálogo de la exposición de Blakelock, que iba a organizar en el museo aquel<br />
invierno (su exposición más importante hasta la fecha), y le preocupaba no tenerlo listo<br />
a tiempo. Pensaba visitar a Ben en cuanto lo terminara, me explicó, y como me pareció<br />
una excusa legítima, no le insistí. Una vez más, me habían puesto delante una prueba<br />
significativa y, una vez más, no hice caso. Fanny y Ben no se veían desde hacía cinco<br />
meses y sin embargo yo aún no había caído en la cuenta de que tenían dificultades. Si<br />
me hubiese molestado en abrir los ojos durante unos minutos, tal vez habría visto algo.<br />
Pero estaba entregado a mi propia felicidad, demasiado absorto en mi pequeño mundo<br />
como para prestar atención.<br />
No obstante, el viaje fue un éxito. Después de pasar cuatro días y tres noches en<br />
su compañía, llegué a la conclusión de que Sachs pisaba tierra firme de nuevo y me<br />
marché sintiéndome tan unido a él como lo había estado en el pasado. Estoy tentado de<br />
decir que fue como en los viejos tiempos, pero no sería exacto, habían pasado<br />
demasiadas cosas después de su caída, se habían producido demasiados cambios en los<br />
dos para que nuestra amistad fuese exactamente lo que había sido, pero eso no quiere<br />
decir que esos nuevos tiempos fuesen menos buenos que los viejos. En muchos<br />
sentidos, eran mejores. En la medida en que representaban algo que yo creía haber<br />
perdido, algo que había desesperado de volver a encontrar, eran mucho mejores.<br />
Sachs nunca había sido una persona organizada, y me sorprendió ver lo<br />
concienzudamente que se había preparado para nuestra visita. Puso flores en la<br />
habitación donde Iris y yo dormíamos, en la cómoda había toallas perfectamente<br />
dobladas y había hecho la cama con la precisión de un hotelero veterano. En el piso de<br />
abajo, la cocina estaba bien surtida de alimentos, había una buena provisión de vino y<br />
cerveza y, según descubrimos cada noche, los menús de la cena habían sido planeados<br />
de antemano. Estos pequeños gestos eran significativos, pensé, y contribuyeron a<br />
marcar el tono de nuestra estancia. La vida cotidiana era más fácil para él de lo que lo<br />
había sido en Nueva York y poco a poco había conseguido recuperar el control de sí<br />
mismo. Tal y como me dijo en una de nuestras conversaciones nocturnas, era un poco<br />
como estar en prisión de nuevo, no había ninguna preocupación externa que le<br />
embarullara. La vida se había reducido al mínimo esencial y ya no tenía que preguntarse<br />
cómo pasar el tiempo. Cada día era más o menos una repetición del anterior. Hoy se<br />
parecía a ayer, mañana se parecería a hoy y lo que sucediera la semana que viene se<br />
confundiría con lo que había sucedido ésta. Esto era un consuelo para él. El elemento<br />
sorpresa había quedado eliminado, lo cual le hacia sentirse más despierto, más capaz de<br />
concentrarse en su trabajo.<br />
-Es curioso -continuó-, pero las dos veces que me he sentado a escribir una<br />
novela estaba aislado del resto del mundo. Primero, en la cárcel cuando era un<br />
muchacho, y ahora aquí en Vermont, viviendo como un ermitaño en el bosque. Me<br />
pregunto qué diablos significa.<br />
-Significa que no puedes vivir sin los demás -dije-. Cuando están ahí en carne y<br />
hueso, el mundo real es suficiente. Cuando estás solo, tienes que inventarte personajes,<br />
los necesitas para que te hagan compañía.<br />
Durante toda la visita, los tres estuvimos atareados en no hacer nada. Comíamos<br />
y bebíamos, nadábamos en la alberca, charlábamos. Sachs había instalado una pista de<br />
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