08.05.2013 Views

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

escucharle hasta el final y aceptar lo que tuviera que decirme en sus propios términos.<br />

Pensándolo ahora, creo que le habría sido más útil si le hubiera dicho lo que pensaba.<br />

Debería haberme reído en su cara. Debería haberle dicho que estaba loco y haberle<br />

hecho callar. Si en algún momento le fallé a Sachs como amigo, fue aquella tarde hace<br />

cuatro años. Tuve mi oportunidad de ayudarle y dejé que se me escapase entre los<br />

dedos.<br />

Nunca tomó la decisión consciente de no hablar, dijo. Sencillamente sucedió así<br />

y, mientras su silencio continuaba, se sentía avergonzado de sí mismo por ser la causa<br />

de preocupación de tantas personas. No hubo daño ni conmoción cerebral, no hubo<br />

ningún síntoma de incapacidad física. Entendía todo lo que le decían y en el fondo sabía<br />

que era capaz de hablar de cualquier tema. El momento crucial se había producido al<br />

principio, cuando abrió los ojos y vio a una mujer desconocida mirándole fijamente a la<br />

cara; una enfermera, según descubrió más tarde. La oyó comunicarle a alguien que Rip<br />

Van Winkle se había despertado al fin; o tal vez esas palabras iban dirigidas a él, no<br />

estaba seguro. Quiso responderle algo, pero su mente era ya un tumulto, girando en<br />

todas direcciones al mismo tiempo, y, con el dolor de los huesos haciéndose sentir<br />

repentinamente, decidió que estaba demasiado débil para contestar en ese momento y<br />

dejó pasar la oportunidad. Sachs nunca había hecho nada semejante, y cuando la<br />

enfermera continuó charlando, poco después acompañada por un médico y una segunda<br />

enfermera, los tres rodeando su cama y animándole a decirles cómo se encontraba,<br />

Sachs continuó pensando en sus cosas como si no estuvieran allí, contento de haberse<br />

liberado de la carga de responderles. Supuso que esto le sucedería sólo una vez, pero la<br />

vez siguiente ocurrió lo mismo, y la siguiente, y la que vino después de esa. Cada vez<br />

que alguien le hablaba, Sachs era presa de la misma extraña compulsión de callarse. A<br />

medida que pasaban los días, su resolución de guardar silencio se hacía cada vez más<br />

firme, como si fuera una cuestión de honor, un desafío secreto de cumplir una promesa<br />

consigo mismo. Escuchaba las palabras que la gente le decía, sopesaba cada frase a<br />

medida que entraba en sus oídos, pero luego, en lugar de hacer algún comentario, se<br />

daba la vuelta, o cerraba los ojos, o miraba a su interlocutor como si pudiera ver a través<br />

de él. Sachs sabía lo infantil y petulante que era esta conducta, pero eso no hacía que le<br />

resultase menos difícil dejarla. Los médicos y las enfermeras no le importaban nada y<br />

no sentía excesiva responsabilidad hacia Maria, hacia mí o hacia ninguno de sus otros<br />

amigos. Fanny era diferente, sin embargo, y hubo varias ocasiones en las que estuvo a<br />

punto de echarse atrás por ella. Como mínimo, sentía una punzada de remordimiento<br />

cada vez que iba a visitarle. Comprendía lo cruel que estaba siendo con ella y esto le<br />

llenaba de una sensación de indignidad, de un horrendo sabor a culpa. A veces, mientras<br />

estaba tumbado en la cama luchando con su conciencia, hacia un leve intento de<br />

sonreírle, y una o dos veces llegó incluso a mover los labios, produciendo un débil<br />

gorgoteo en el fondo de su garganta para convencerla de que estaba haciendo todo lo<br />

que podía, de que antes o después emitiría palabras. Se odiaba a sí mismo por esta<br />

impostura, pero dentro de su silencio estaban ocurriendo demasiadas cosas y no<br />

encontraba la voluntad necesaria para romperlo.<br />

Contrariamente a lo que suponían los médicos, Sachs recordaba todos los<br />

detalles del accidente. Le bastaba con pensar en un solo momento de aquella noche para<br />

que la noche entera regresara con toda su nauseabunda inmediatez: la fiesta, Maria<br />

Turner, la escalera de incendios, los primeros momentos de la caída, la certidumbre de<br />

la muerte, las cuerdas de la ropa, el cemento. Nada quedaba borroso, ninguna secuencia<br />

era menos vivida que otra. Todo el suceso destacaba con un exceso de claridad, una<br />

avalancha de abrumadores recuerdos. Algo extraordinario había sucedido y, antes de<br />

que perdiera su fuerza dentro de él, necesitaba dedicarle su atención ilimitada. De ahí su<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!