08.05.2013 Views

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

necesaria para resistirla. Sachs estaba buscando una cura, una forma de recobrar su<br />

autoestima, y sólo las medidas más drásticas servirían. Para averiguar lo que valía, tenía<br />

que arriesgarlo todo de nuevo.<br />

Pero había algo más que eso. No era sólo un ejercicio simbólico para él, era un<br />

paso adelante hacia una verdadera amistad. A Sachs le habían conmovido las visitas de<br />

Maria al hospital, y ya entonces, durante las primeras semanas de su recuperación, creo<br />

que comprendió lo profundamente que el accidente había afectado a Maria. Ése fue el<br />

vínculo inicial entre ellos. Ambos habían vivido algo terrible y ninguno de los dos se<br />

inclinaba a desecharlo como un simple producto de la mala suerte. Y lo que es más<br />

importante, Maria era consciente del papel que había desempeñado en lo sucedido.<br />

Sabía que había animado a Sachs la noche de la fiesta y era lo bastante honrada consigo<br />

misma como para reconocer lo que había hecho, para darse cuenta de que hubiese<br />

estado moralmente mal buscar excusas. A su manera, estaba tan trastornada por el<br />

suceso como Sachs, y cuando finalmente él la llamó en octubre para darle las gracias<br />

por acudir al hospital tan a menudo, ella lo vio como una oportunidad de reparar parte<br />

del daño que había causado. No estoy únicamente haciendo suposiciones cuando digo<br />

esto. Maria no me ocultó nada cuando hablamos el año pasado, y toda la historia viene<br />

directamente de sus labios.<br />

-La primera vez que Ben vino a mi casa -me dijo-, me hizo muchas preguntas<br />

sobre mi trabajo. Probablemente sólo lo hacía por cortesía, ya sabes lo que pasa: te<br />

sientes incómodo, no sabes de qué hablar y empiezas a hacer preguntas. Al cabo de un<br />

rato, sin embargo, me di cuenta de que se interesaba. Saqué alguno de mis viejos<br />

proyectos para que los viera y sus comentarios me parecieron muy inteligentes, mucho<br />

más perspicaces que la mayoría de las cosas que oigo. Lo que pareció gustarle<br />

especialmente era la combinación de documental y ficción, la objetivación de estados<br />

interiores. Comprendió que todas mis obras eran historias, y aunque fueran historias<br />

verdaderas, también eran inventadas. O aunque fueran inventadas, también eran<br />

verdaderas. Así que hablamos de eso durante un rato y luego pasamos a otros temas, y<br />

cuando se marchó yo ya estaba empezando a concebir una de mis extrañas ideas. El<br />

hombre parecía sentirse tan perdido y desdichado que pensé que tal vez sería una buena<br />

cosa que empezásemos a trabajar juntos en un proyecto. No tenía nada especifico en<br />

mente en ese momento, sólo que la obra sería acerca de él. Vino a visitarme de nuevo<br />

unos días después y cuando le dije lo que estaba pensando, pareció comprenderlo<br />

inmediatamente. Eso me sorprendió un poco. No tuve que defender mi idea ni<br />

convencerle. Simplemente dijo sí, eso parece una idea prometedora, y seguimos<br />

adelante y lo hicimos. A partir de entonces, pasamos todos los jueves juntos. Durante<br />

los cuatro o cinco meses siguientes pasamos todos los jueves trabajando en la obra.<br />

Hasta donde puedo juzgarlo, la obra nunca llegó a concretarse. Al contrario de<br />

lo que ocurría con otros proyectos de Maria, éste no tenía ningún principio organizativo<br />

o propósito claramente definido y, en lugar de empezar con una idea concreta como<br />

siempre había hecho en el pasado (seguir a un extraño, por ejemplo, o localizar los<br />

nombres que aparecían en una libreta de direcciones), “jueves con Ben” era<br />

básicamente informe: una serie de improvisaciones, un álbum de fotos de los días que<br />

pasaron juntos. Habían acordado de antemano que no seguirían ninguna regla. La única<br />

condición era que Sachs llegaría a casa de Maria a las diez en punto y a partir de ahí<br />

tocaban de oído. Generalmente Maria le hacía fotos, tal vez dos o tres carretes, y luego<br />

pasaban el día hablando. Unas cuantas veces le pidió que se disfrazara. En otras<br />

ocasiones grabó sus conversaciones y no hizo ninguna fotografía. Cuando Sachs se<br />

afeitó la barba y se cortó el pelo, resultó que lo había hecho por consejo de Maria, y la<br />

operación tuvo lugar en su loft. Ella captó con su cámara todo el proceso: el antes, el<br />

74

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!