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emigrante a los Estados Unidos, donde da forma inglesa a su nombre y lo convierte en<br />
Ruskin), e igualmente está Huckleberry Finn (un hombre de mediana edad sin<br />
ocupación fija que protege a Ruskin), y lo mismo Ismael de Moby Dick (que tiene un<br />
brevísimo papel como tabernero en Nueva York). El nuevo coloso empieza en el año del<br />
primer centenario de Estados Unidos y recorre los principales acontecimientos de la<br />
siguiente década y media: la derrota de Custer en Little Bighorn, la construcción de la<br />
Estatua de la Libertad, la huelga general de 1877, el éxodo de los judíos rusos hacia<br />
América en 1881, la invención del teléfono, los disturbios de Haymarket en Chicago, la<br />
práctica de la religión de la Danza del Espíritu entre los sioux, la masacre de Wounded<br />
Knee. Pero también se registran pequeños sucesos, y son éstos los que finalmente dan al<br />
libro su forma, los que lo convierten en algo más que un rompecabezas de hechos<br />
históricos. El primer capítulo es un buen ejemplo de lo dicho. Emma Lazarus va a<br />
Concord, Massachusetts, para pasar unos días invitada en casa de Emerson. Mientras<br />
está allí, le presentan a Ellery Channing, el cual la acompaña a hacer una visita a<br />
Walden Pond y le habla de su amistad con Thoreau (muerto catorce años antes). Los<br />
dos se sienten atraídos y se hacen amigos, otra de esas extrañas yuxtaposiciones a las<br />
que tan aficionado era Sachs: el caballero canoso de Nueva Inglaterra y la joven poetisa<br />
judía de Millionaire’s Row en Nueva York. En su último encuentro, Channing le da un<br />
regalo y le dice que no lo abra hasta que esté en el tren de regreso a casa. Cuando ella<br />
desenvuelve el paquete encuentra un ejemplar del libro de Channing sobre Thoreau,<br />
junto con una de las reliquias que el anciano ha atesorado desde la muerte de su amigo:<br />
la brújula de bolsillo de Thoreau. Es un momento hermoso, tratado con mucha<br />
sensibilidad por Sachs, e introduce en la mente del lector una importante imagen que se<br />
repetirá con distintos disfraces a lo largo del libro. Aunque no se dice explícitamente, el<br />
mensaje no puede ser más claro. América ha perdido el rumbo. Thoreau era el único<br />
hombre que sabía leer la brújula, y ahora que ha muerto no tenemos ninguna esperanza<br />
de volver a encontrarnos a nosotros mismos.<br />
Está la extraña historia de Catherine Weldon, la mujer de clase media que se va<br />
al Oeste para convertirse en una de las esposas de Toro Sentado. Hay un relato burlesco<br />
del viaje del gran duque ruso Alexis por los Estados Unidos, cazando búfalos con Bill<br />
Cody, bajando por el Mississippi con el general George Armstrong Custer y su esposa.<br />
Está el general Sherman, cuyo segundo nombre rinde homenaje a un guerrero indio,<br />
recibiendo un nombramiento en 1876 (sólo un mes después de la última resistencia de<br />
Custer) “para asumir el control militar de todas las reservas en territorio de los sioux y<br />
tratar a los indios que allí se encuentren como prisioneros de guerra” y luego, sólo un<br />
año más tarde, recibiendo otro nombramiento del Comité Americano para la Estatua de<br />
la Libertad “al objeto de decidir si la estatua debe colocarse en la isla Governor o en la<br />
de Bedloe”. Está Emma Lazarus muriéndose de cáncer a los treinta y siete años,<br />
atendida por su amiga Rose Hawthorne, la cual se transforma de tal modo a causa de la<br />
experiencia que se convierte al catolicismo, entra en la orden de Santo Domingo como<br />
la hermana Alfonsa y dedica los últimos treinta años de su vida a cuidar enfermos<br />
terminales. Hay docenas de episodios semejantes en el libro, todos auténticos, todos<br />
basados en hechos reales, y sin embargo Sachs los hilvana de tal manera que se van<br />
volviendo cada vez más fantásticos, casi como si estuviese delineando una pesadilla o<br />
una alucinación. A medida que el libro avanza adquiere un carácter más inestable -lleno<br />
de encuentros y partidas imprevisibles, caracterizado por cambios de tono que se hacen<br />
cada vez más rápidos-, hasta que uno llega a un punto en el que le parece que todo<br />
empieza a levitar, a elevarse milagrosamente del suelo como un gigantesco globo<br />
meteorológico. Al llegar al último capítulo, uno está tan arriba que se da cuenta de que<br />
no puede volver a bajar sin caerse, sin quedar aplastado.<br />
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