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nuevo hasta su órbita, y notaba que mi resolución empezaba a tambalearse. Por una<br />
desafortunada coincidencia, Maria estaba pasando dos meses fuera de la ciudad en la<br />
época de mi traslado, y también Sachs se había ido a California para trabajar en un<br />
guión de El nuevo coloso. Un productor independiente había comprado los derechos<br />
cinematográficos de su novela y Sachs había sido contratado para escribir el guión con<br />
un guionista profesional que vivía en Hollywood. Volveré a esa historia más tarde, pero<br />
ahora la cuestión es que yo estaba solo, desamparado en Nueva York sin mis habituales<br />
compañeros. Todo mi futuro estaba en juego otra vez y yo necesitaba a alguien para<br />
hablar, para oírme a mí mismo pensar en voz alta.<br />
Fanny me llamó una noche a mi nuevo apartamento y me invitó a cenar. Supuse<br />
que se trataba de una de sus acostumbradas cenas con cinco o seis invitados más, pero<br />
cuando me presenté en su casa la noche siguiente descubrí que el único invitado era yo.<br />
Esto fue una sorpresa para mí. En todos los años que hacía que nos conocíamos, Fanny<br />
y yo no habíamos pasado nunca unas horas solos. Ben siempre había estado presente y,<br />
salvo los raros momentos en que salía de la habitación o le llamaban por teléfono,<br />
apenas habíamos hablado sin que otra persona escuchase lo que decíamos. Yo estaba<br />
tan acostumbrado a esta situación que ya ni me molestaba en cuestionaría. Fanny<br />
siempre había sido para mí una figura remota e idealizada, y me parecía adecuado que<br />
nuestras relaciones fueran indirectas, perpetuamente mediatizadas por otros. A pesar del<br />
afecto que había ido creciendo entre nosotros, aún me ponía un poco nervioso estar con<br />
ella. Mi timidez tendía a hacerme extravagante y a menudo me esforzaba<br />
desesperadamente por hacerla reír, contando chistes malos y haciendo horribles juegos<br />
de palabras, traduciendo mi incomodidad en bromas alegres y pueriles. Todo esto me<br />
turbaba, ya que nunca actuaba de ese modo con nadie. No soy una persona jocosa y<br />
sabía que le estaba dando una impresión falsa de cómo era, pero hasta aquella noche no<br />
comprendí por qué me había ocultado siempre de ella. Algunos pensamientos son<br />
demasiado peligrosos y uno no debe permitirse acercarse a ellos.<br />
Recuerdo la blusa de seda blanca que llevaba aquella noche y las perlas blancas<br />
alrededor de su cuello moreno. Creo que ella se dio cuenta de lo desconcertado que<br />
estaba por su invitación, pero no comentó nada, y actuó como si fuese absolutamente<br />
normal que unos amigos cenasen de aquella manera. Probablemente lo era, pero no<br />
desde mi punto de vista, no con la historia de elusiones que había entre nosotros. Le<br />
pregunté si había algo especial de lo que quisiese hablarme. Me dijo que no,<br />
simplemente le apetecía verme. Había estado trabajando mucho desde que Ben se fue y<br />
al despertarse el día anterior se le ocurrió de repente que me echaba de menos. Eso era<br />
todo. Me echaba de menos y quería saber cómo estaba.<br />
Empezamos con unas copas en el cuarto de estar, hablando principalmente de<br />
Ben durante los primeros minutos. Mencioné una carta que me había escrito la semana<br />
anterior y entonces Fanny me contó una conversación telefónica que había tenido con él<br />
aquel mismo día. Ella no creía que la película llegara a hacerse, pero Ben estaba<br />
ganando mucho dinero con el guión y eso les vendría bien. La casa de Vermont<br />
necesitaba un tejado nuevo y quizá podrían ponerlo antes de que el viejo se hundiera.<br />
Puede que después de eso hablásemos de Vermont, o de su trabajo en el museo. No lo<br />
recuerdo. Cuando nos sentamos a la mesa habíamos pasado a hablar de mi libro. Le dije<br />
a Fanny que continuaba escribiendo, pero menos que antes, ya que ahora varios días de<br />
la semana estaban dedicados por completo a David. Le dije que vivíamos como un par<br />
de solterones, chancleteando por el apartamento en zapatillas, fumando una pipa por la<br />
noche, hablando de filosofía mientras tomábamos una copa de coñac y contemplábamos<br />
las brasas de la chimenea.<br />
-Un poco como Holmes y Watson -dijo Fanny.<br />
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