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PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

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Todo sucedió muy rápidamente. Sachs lo experimentó como una agitación en las<br />

tripas, un vuelco en la cabeza y una corriente de miedo en las venas. Estaba tan agotado,<br />

me dijo, y transcurrió tan poco tiempo entre el principio y el final que nunca pudo<br />

asimilarlo como algo real, ni siquiera retrospectivamente, ni siquiera cuando estaba<br />

sentado contándomelo dos años después. Un momento avanzaban por el bosque, dijo, y<br />

al momento siguiente se habían detenido. En el camino, más allá, había un hombre<br />

apoyado en el maletero de un Toyota blanco fumando un cigarrillo. Parecía tener cerca<br />

de cuarenta años, era más bien alto, esbelto, vestido con una camisa de trabajo de<br />

franela y unos pantalones color caqui flojo, la única cosa en la que Sachs se fijó era que<br />

llevaba barba, parecida a la que solía llevar él, pero más oscura. Pensando que el<br />

hombre tendría algún problema con el coche, Dwight se bajó de la camioneta y caminó<br />

hacia él, preguntándole si necesitaba ayuda. Sachs no oyó la respuesta del hombre, pero<br />

el tono parecía enojado, innecesariamente hostil, y mientras continuaba mirándoles a<br />

través del parabrisas se sorprendió cuando el hombre respondió a la segunda pregunta<br />

de Dwight con algo aún más violento: vete a tomar por culo, o algo así. Fue entonces<br />

cuando la adrenalina empezó a bombear por sus venas, dijo Sachs, e instintivamente<br />

alargó la mano para coger del suelo el bate de metal. Dwight, sin embargo, era demasiado<br />

buena persona para darse por enterado. Siguió andando hacia el hombre, ignorando<br />

el insulto como si no importara y repitiendo que lo único que quería era ayudarle. El<br />

hombre retrocedió agitado y luego corrió a la parte delantera del coche, abrió la puerta<br />

del pasajero y se agachó para sacar algo de la guantera. Cuando se irguió y se volvió de<br />

nuevo hacia Dwight tenía una pistola en la mano. Disparó una vez. El muchachote aulló<br />

y se agarró el estómago, entonces el hombre disparó de nuevo. El muchacho aulló una<br />

segunda vez y empezó a andar tambaleándose, gimiendo y llorando de dolor. El hombre<br />

se volvió para seguirle con los ojos y Sachs saltó de la camioneta, sosteniendo el bate en<br />

la mano derecha. Ni siquiera pensó, me dijo. Corrió hacia el hombre, que estaba de<br />

espaldas, justo cuando se oyó el tercer disparo. Aferró bien el mango del bate y lo<br />

blandió con todas sus fuerzas. Apuntó a la cabeza del hombre, esperando partirle el<br />

cráneo en dos, esperando matarle, esperando que sus sesos se derramaran por el suelo.<br />

El bate golpeó con una fuerza horrible, machacando un punto justo detrás de la oreja del<br />

hombre. Sachs oyó el ruido del impacto, el crujido del cartílago y el hueso, y luego el<br />

hombre se derrumbó. Cayó muerto en medio del camino, y todo quedó en silencio.<br />

Sachs corrió hacia Dwight, pero cuando se agachó para examinar el cuerpo del<br />

muchacho, vio que el tercer disparo le había matado. La bala había penetrado en la parte<br />

de atrás de su cabeza y tenía el cráneo destrozado. Sachs había perdido su oportunidad,<br />

era todo cuestión de tiempo y él había sido demasiado lento. Si hubiese conseguido<br />

llegar al hombre una fracción de segundo antes, ese último disparo habría fallado, y en<br />

lugar de estar mirando un cadáver, estaría vendando las heridas de Dwight y haciendo<br />

todo lo posible por salvarle la vida. Un momento después de pensar esto, Sachs notó<br />

que su cuerpo empezaba a temblar. Se sentó en el suelo, puso la cabeza entre las rodillas<br />

y se esforzó por no vomitar. Pasó el tiempo. Sintió que el aire se colaba por entre sus<br />

ropas; oyó a un gayo graznar en el bosque; cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos,<br />

cogió un puñado de tierra del camino y lo aplastó contra su cara, se metió la tierra en la<br />

boca y la masticó, dejando que la arenilla arañara sus dientes, notando los guijarros<br />

contra la lengua. Masticó hasta que no pudo soportarlo más, entonces se inclinó y<br />

escupió aquella porquería, gruñendo como un animal enfermo y enloquecido.<br />

Si Dwight hubiese vivido, dijo, toda la historia habría sido diferente. La idea de<br />

huir nunca se le habría ocurrido y, una vez eliminado ese primer paso, no habría<br />

sucedido ninguna de las cosas que se siguieron del mismo. Pero allí de pie, solo en el<br />

bosque, Sachs cayó presa de un pánico profundo e incontrolado. Dos hombres habían<br />

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