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PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

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infantil. Tal vez tenía el físico adecuado, puede que incluso tuviera suficiente talento,<br />

pero, como Maria le explicó a Sachs, Lillian era demasiado perezosa para conseguir su<br />

objetivo, demasiado impulsiva para perseverar y concentrarse, demasiado carente de<br />

ambición. Cuando le pidió consejo a Maria, ésta le dijo francamente que se olvidase del<br />

cine y se agarrase a Dimaggio. Si él estaba dispuesto a casarse con ella, debía<br />

apresurarse a aceptar. Y eso es exactamente lo que Lillian hizo.<br />

Que Maria supiese, el matrimonio parecía ir bien. Lillian nunca se quejaba, por<br />

lo menos, y aunque Maria empezó a tener algunas dudas después de su visita a<br />

California en 1981 (encontró a Dimaggio adusto y dominante, carente de sentido del<br />

humor), lo atribuyó a la agitación de la primera paternidad y se guardó sus<br />

pensamientos. Dos años y medio después, cuando Lillian la llamó para anunciarle su<br />

inminente separación, Maria se sorprendió. Lillian afirmó que Dimaggio estaba saliendo<br />

con otra mujer, pero luego, en la frase siguiente, mencionó algo acerca de que su pasado<br />

“la había alcanzado”. Maria siempre había supuesto que Lillian le había contado a<br />

Dimaggio cuál había sido su vida en Nueva York, pero al parecer nunca había llegado a<br />

hacerlo y, una vez que se trasladaron a California, decidió que seria mejor para ambos<br />

que no lo supiera. Una noche, cuando ella y Dimaggio estaban cenando en un<br />

restaurante de San Francisco, un antiguo cliente de ella se sentó en la mesa de al lado.<br />

El hombre estaba borracho y, después de que Lillian se negase a darse por enterada de<br />

sus miradas, sonrisas y detestables guiños, se levantó e hizo en voz alta unos<br />

comentarios insultantes, revelando su secreto allí mismo delante de su marido. Según<br />

Lillian le contó a Maria, Dimaggio se puso furioso cuando llegaron a casa. La tiró al<br />

suelo de un empujón, le dio patadas, arrojó los cacharros de cocina contra la pared, la<br />

llamó “puta” a gritos. Si la niña no se hubiese despertado, dijo ella, posiblemente la<br />

habría matado. Al día siguiente, cuando volvió a hablar con Maria, Lillian ni siquiera<br />

mencionó este incidente. Esta vez su historia era que Dimaggio “se había vuelto muy<br />

extraño”, que se trataba con “un puñado de radicales idiotas” y que estaba<br />

“insoportable”. Así que al final se había hartado de él y le había echado de casa. Con<br />

ésa ya eran tres versiones diferentes, dijo Maria; un ejemplo típico de cómo se<br />

enfrentaba Lillian a la verdad. Una de las historias podía ser auténtica. Incluso era<br />

posible que lo fuesen todas, pero era igualmente posible que las tres fuesen falsas. Con<br />

Lillian nunca se sabía, le explicó a Sachs. Tal vez Lillian le había sido infiel a Dimaggio<br />

y él la había dejado plantada. Quizá había sido así de sencillo. O quizá no.<br />

Nunca se divorciaron oficialmente. Dimaggio, que había terminado su doctorado<br />

en 1982, llevaba dos años dando clases en una pequeña universidad privada de Oakland.<br />

Después de la ruptura final con Lillian (en el otoño de 1984), se trasladó a un<br />

apartamento de una sola habitación en el centro de Berkeley. Durante los nueve meses<br />

siguientes fue todos los sábados a recoger a la pequeña Maria para pasar el día con ella.<br />

Siempre llegaba puntualmente a las diez de la mañana y siempre la devolvía a las ocho<br />

de la noche. Luego, después de casi un año de esta rutina, un buen día no se presentó.<br />

No dio ninguna excusa, ninguna explicación. Lillian llamó a su apartamento varias<br />

veces durante los dos días siguientes, pero nadie contestó. El lunes trató de localizarle<br />

en su trabajo, y cuando nadie cogió el teléfono en su despacho, volvió a marcar y<br />

preguntó por la secretaria del departamento de historia. Sólo entonces se enteró de que<br />

Dimaggio había dejado su puesto en la universidad. La semana pasada, le dijo la<br />

secretaria, el mismo día en que entregó las notas finales del semestre. Le había dicho al<br />

director que le habían contratado para un puesto en Cornell, pero cuando Lillian llamó<br />

al departamento de historia de Cornell, le dijeron que nunca habían oído hablar de él.<br />

Después de eso, jamás volvió a ver a Dimaggio. Durante los dos años siguientes fue<br />

como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra. No escribió, no llamó, no hizo un<br />

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