08.05.2013 Views

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

PAUL AUSTER - Tres Tribus Cine

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

habla marchado a Chicago tres días después del terremoto. ¿Cuándo vuelve?, pregunté.<br />

La mujer no lo sabía. ¿Quiere usted decir que el terremoto la asustó tanto como para<br />

marcharse?, pregunté. Oh, no, dijo la mujer, Lillian había planeado marcharse antes del<br />

terremoto. Había puesto el anuncio para subarrendar su casa a principios de septiembre.<br />

¿Dejó alguna dirección?, pregunté. A ella no, dijo la mujer, ella pagaba el alquiler<br />

directamente al casero. Bueno, dije, luchando por vencer mi decepción, si alguna vez<br />

tiene noticias suyas, le agradecería me lo comunicara. Antes de colgar le di mi número<br />

de teléfono de Nueva York. Llámeme a cobro revertido, dije, a cualquier hora del día o<br />

de la noche.<br />

Comprendí entonces que Lillian me había engañado por completo. Sabía que se<br />

habría ido antes de que yo llegara allí, lo cual significaba que nunca había tenido<br />

intención de venir a nuestra cita. Me maldije por mi credulidad, por el tiempo y la<br />

esperanza que había despilfarrado. Sólo para asegurarme, pregunté en el servicio de<br />

información de Chicago, pero no había ningún teléfono a nombre de Lillian Stern.<br />

Cuando llamé a Maria Turner a Nueva York y le pedí la dirección de la madre de<br />

Lillian, ella me dijo que había perdido el contacto con Mrs. Stern hacia muchos años y<br />

no tenía ni idea de dónde vivía. La pista había desaparecido de repente. Lillian estaba<br />

ahora tan perdida para mí como Sachs, y ni siquiera se me ocurría cómo podía empezar<br />

a buscarla. Si había algún consuelo en su desaparición venía de la palabra Chicago.<br />

Tenía que haber una razón para que ella no quisiera hablar conmigo, y recé para que<br />

fuese que trataba de proteger a Sachs. De ser así, tal vez su relación era mejor de lo que<br />

me habían hecho creer. O tal vez su relación había mejorado después de la visita de<br />

Sachs a Vermont. ¿Y si había ido a California y la había convencido de que se fugase<br />

con él? Él me había dicho que tenía un apartamento en Chicago y Lillian le había dicho<br />

a su inquilina que se trasladaba a Chicago. ¿Era una coincidencia? ¿Había mentido uno<br />

de ellos o los dos? Ni siquiera podía adivinarlo, pero, por Sachs, esperaba que<br />

estuvieran juntos, viviendo una loca existencia de fugitivos mientras iban y venían por<br />

el país, planeando furtivamente su siguiente operación. El Fantasma de la Libertad y su<br />

amante. Aunque no fuera más que eso, no estaría solo, y yo prefería imaginármelo con<br />

ella que solo, prefería imaginar cualquier vida antes que la que él me había descrito. Si<br />

Lillian era tan intrépida como él me había dicho, quizá estuviera con él, quizá fuera lo<br />

bastante alocada para haberlo hecho.<br />

No supe nada más a partir de entonces. Pasaron ocho meses, y cuando Iris y yo<br />

volvimos a Vermont a finales de junio, yo prácticamente había renunciado a la idea de<br />

encontrarle. De los cientos de posibilidades que imaginaba, la que parecía más probable<br />

era que nunca volviese a dar señales de vida. Yo no tenía ni idea de cuánto tiempo<br />

continuarían las explosiones, de cuándo llegaría el final. Y aunque hubiese un final,<br />

parecía dudoso que yo me enterase de ello; lo cual significa que la historia seguiría<br />

eternamente, segregando su veneno dentro de mí para siempre. La dificultad estaba en<br />

aceptar eso, en coexistir con las fuerzas de mi propia incertidumbre. A pesar de que<br />

deseaba desesperadamente una resolución, tenía que comprender que tal vez no se<br />

produciría nunca. Después de todo, uno sólo puede contener el aliento durante un<br />

tiempo limitado. Tarde o temprano, llega un momento en que tiene que respirar de<br />

nuevo, aunque el aire esté contaminado, aunque sepa que acabará matándole.<br />

El artículo en el Times me cogió con la guardia baja. Me había acostumbrado<br />

tanto a mi ignorancia que ya no esperaba que nada cambiase. Alguien había muerto en<br />

esa carretera de Wisconsin, pero aunque sabía que podía haber sido Sachs, no estaba<br />

dispuesto a creerlo. Fue necesaria la llegada de los hombres del FBI para convencerme,<br />

e incluso entonces me aferré a mis dudas hasta el último momento, cuando mencionaron<br />

el número de teléfono que habían encontrado en el bolsillo del muerto. Después de eso,<br />

138

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!