número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 108 MISCELÁNEA
la “clase”, el partido o el Estado, sin el motor de la lucha
de clases, pero sin disolverla tampoco en la polvareda
de los acontecimientos que la genealogía intentaba
rastrear concediendo demasiada importancia
a la contingencia, el accidente o el azar? De esta
problemática se hace eco una entrevista excepcional
concedida en la misma época por Foucault a un filósofo
marxista japonés, R. Yoshimoto, quien conserva
la voluntad de descubrir las leyes históricas de la sociedad
y rechaza la contingencia de la historia que
imputa a la inspiración nietzscheana de Foucault. En
esa entrevista, lo primero que pregunta R. Yoshimoto
es si su interlocutor pretende “deshacerse del marxismo”.
La respuesta está desprovista de toda ambigüedad:
según Foucault, el marxismo es responsable del
empobrecimiento de la imaginación sociopolítica
aguda desde Locke a Rousseau y a los socialistas utópicos.
He ahí porqué hay que “acabar con el marxismo”
35 . No se trata de acabar con el propio Marx:
Foucault toma de Marx una teoría de las relaciones
de poder que procede de una lectura del libro II de El
Capital, y le debe sin duda todavía más 36 . De hecho,
su obra entera puede ser leída en cierto modo como
un combate con Marx 37 , lo cual conlleva también
una parte de reconocimiento:
“Es seguro que Marx, a pesar de que admitamos que
desaparezca ahora, volverá a aparecer algún día. Lo que
deseo (…) no es tanto su desfalsificación, la restitución
de un Marx verdadero, sino, con toda seguridad, su
aligeramiento, la liberación de Marx respecto a la dog-
mática de partido que simultáneamente le encerró, vehiculó
y aduló durante tanto tiempo 38 ”.
Lo que interesa pues a Foucault de Marx es en cierto
modo el otro Marx, aquel que es historiador antes
que filósofo, y que desbarata por así decirlo su propia
vulgata y elabora análisis estratégicos de las relaciones
antagónicas entre los intereses presentes: en
ese sentido, lo relevante entonces en la obra de Marx
son las obras históricas sobre el golpe de Estado de
Luis Napoleón Bonaparte, sobre la lucha de clases en
Francia o sobre La Comuna 39 . El Marx pertinente y
perspicaz es el del análisis de las situaciones y no el
de las profecías de la revolución, que Foucault juzga
como falsas ante el Tribunal de la historia; Marx, a su
juicio, se equivoca sobre la muerte del capitalismo,
así como sobre la desaparición del Estado. Por ello
Foucault señala la historicidad misma de Marx, que
está unida a las condiciones de producción de la verdad
en el siglo XIX 40 . Pero lo más importante está en
otra parte: el verdadero problema del marxismo
francés, según Foucault, es no haber pensado bien la
cuestión de la voluntad en la historia 41 . Lo que debe
criticarse entonces es el marxismo en tanto que ciencia
de la historia, en tanto que discurso profético y en
tanto que filosofía del Estado o sociología de clase 42 ;
es él quien, por su dinámica coercitiva, tiende a paralizar
el análisis de la historia. La apuesta teórica es
clara: lo que hay que hacer es preguntarse bajo qué forma
podemos pensar ahora el problema de la voluntad en la
historia, y repensarla desde la perspectiva de las lu-
35.- M. Foucault, DE III, nº 235, p. 599.
36.- Según Stéphan Légrand (“El marxismo olvidado de Marx”, en Marx y Foucault, Nueva Visión, Buenos Aires, 2006, pp. 21-39),
Foucault tiende a ocultar el referente marxista sobre el cual se edifica Vigilar y Castigar. Las relaciones de poder en la sociedad disciplinaria
permanecen ciegos si no los relacionamos con una teoría de la explotación y con una teoría del modo de producción capitalista.
Se trata de un lugar sin embargo en el que Foucault reconoce su deuda con respecto al libro II de El Capital (M. Foucault,
‘Las mallas del poder’, art. cit., p. 239).
37.- É. Balibar sostiene que la obra de Foucault se caracteriza por un “verdadero combate” con Marx (‘Foucault y Marx: la posición del
nominalismo’, en Michel Foucault, Filósofo, Gedisa, Barcelona, 1990, pp. 48-66). En el curso de su desarrollo histórico, la posición de
Foucault habría evolucionado, pasando de una ruptura con el marxismo en tanto que teoría a una “alianza táctica” marcada por la
utilización de algunos conceptos marxistas o, por lo menos, compatibles con el marxismo. No obstante, a juicio de T. Lemke, É.
Balibar se habría equivocado al afirmar que la diferencia entre Marx y Foucault proviene de lo que este último acepta de un “materialismo
del cuerpo”: no obstante, resulta conveniente tener en cuenta cambios teóricos importantes en la obra de Foucault, especialmente
tras la publicación de La voluntad de saber (1976), cambios que han llevado a la emergencia de una problemática del gobierno
que estaría más cerca de una perspectiva marxista (‘“Marx sin comillas”. Foucault, la gubernamentalidad y la crítica del neoliberalismo’,
en Marx y Foucault, op. cit., pp. 5-20). Véase igualmente R. Nigro, ‘Foucault lecteur et critique de Marx’, en Dictionnaire
Marx contemporain, J. Bidet y E. Kouvélakis (éds.), P.U.F., Paris, 2001, pp. 433-446.
38.- Michel Foucault, ‘Structuralisme et post-estructuralisme’, DE IV, nº 330, pp. 431-457.
39.- DE III, nº 235, p. 612.
40.- “Al demostrar que Marx no debe ser considerado como un poseedor decisivo de la verdad, parece necesario atenuar o reducir el efecto que el marxismo
ejerce en cuanto modalidad de poder” (ibíd., p. 602). Véase también Y. Michaud, ‘Des modes de subjectivation aux techniques de
soi: Foucault et les identités denotre temps”, Cités, nº 2, 2000, pp. 11-39. Foucault denuncia también el vínculo entre marxismo y lógica
del partido: los marxistas no toman en cuenta los problemas de la medicina, la sexualidad o la locura; ignoran los movimientos
sociales.
41.- Ibíd., p. 613.
42.- Ibíd., p. 601.