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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 160 ANÁLISIS / RESEÑAS [RESEÑA] Posicionamientos desde el campo sociológico hacia la propiedad y la riqueza. A propósito de del libro de Luis Saavedra Ensayo sobre la riqueza (Madrid, los libros de la Catarata, 2010) El Catedrático de sociología Luis Saavedra nos presenta en este trabajo, Ensayo sobre la riqueza, un recorrido por algunas de las significaciones sociales que han tenido a lo largo del tiempo la propiedad y la riqueza, junto a las connotaciones que estos términos han integrado en relación a otros conceptos “mayores” de justicia e igualdad. Para tal fin el autor utiliza idas y venidas a diversas producciones filosóficas de los periodos en cuestión y con una cierta cronología. El libro está dividido en tres capítulos: Atracción de la riqueza y formación de la propiedad, Exaltación y recelos y, finalmente, Propiedad, justicia y libertad. A pesar de que el autor no considera su trabajo como estrictamente histórico, el lector puede apreciar que se lleva a cabo un rastreo por las civilizaciones antiguas para observar las consideraciones sociales que tuvieron la propiedad y la riqueza en aquellos contextos sociales lejanos, tales como Egipto, Grecia y Roma. A este menester se encuentra dedicado el primer capítulo, aunque haya ciertos autores que se retomaran de forma recurrente en el libro, como Aristóteles. En el segundo capítulo el autor se concentra en indagar cómo ha sido considerada la propiedad y la riqueza en un largo espacio de tiempo, desde el periodo posterior al declive del Imperio Romano y el surgimiento del cristianismo hasta prácticamente la instauración del capitalismo. El principal vector de análisis aquí es la relación entre la religión -que determinaba los “fines” y sentidos sociales fundamentales- y la propiedad, al igual que su “exceso”, la riqueza. La primera es vista como un elemento mundano y por tanto pecaminoso, aunque se la acabe considerando como un “mal necesario” o menor; mientras que por el contrario, es la riqueza -ansia de enriquecimiento, avaricia- la que recibe las mayores críticas cristianas, por “exceso” o desviación moral en la recta búsqueda del bien. Para tal indagación se revisan las producciones teóricas de filósofos “reconocidos”, como son, por reseñar sólo algunos de los más trabajados: San Agustín, Santo Tomas, Maquiavelo, Mandeville, Hobbes, Locke, Stuart Mill y Adam Smith, entre otros. De este modo, en el tercer capítulo del ensayo, aunque se continúe algo con el trasiego por los filósofos “de postín” (tras las significaciones sociales que aquéllos le otorgaron a los conceptos de propiedad y riqueza), van entrando en el debate progresivamente las ideas de justicia e igualdad, igual que otro concepto ineludible de toda buena obra (liberal), el individuo. Esta discusión es sustentada con la exposición de algunas de las producciones teóricas más recientes, como son los trabajos de John Rawls, en un extremo, y en el otro, Friedrich Hayek (o “allegados”, quiénes reciben las escasas críticas que la obra contiene, ya que defienden una visión ultra liberal –pleonasmo, desde mi punto de vista- donde el fin último o único es el enriquecimiento infinito e insaciable, fo- 1.- Miguel Alhambra Delgado es Investigador FPU del Departamento de Teoría Sociológica. UCM. por Miguel Alhambra Delgado 1
mentando así ciertas “pulsiones posesivas“ del “ser humano“, según argumenta el autor). Dos críticas “internas” se pueden hacer aquí al trabajo de Saavedra, es decir, asumiendo como propios y pertinentes los objetivos que se marca la obra a sí misma, sin meternos con la cuestionable epistemología y metodo- RESEÑAS logía escogida y/o subyacente en este libro (que se criticarán después). Por un lado, no está explícito y no se sabe / bien por qué o en función de qué se han seleccionado a los filósofos que van apareciendo -y retornando- a lo largo del texto. Debido a ello, el lector puede llegar a preguntarse por qué motivo no se presentan las contribuciones teóricas de otros autores, como por ejemplo, Marx, Engels, Polanyi (y no como una mera cita de autoridad) o Duverger, por citar algunos, autores que han trabajado sobre el concepto de propiedad o riqueza y que incluso marcarían un contraste enriquecedor frente al constante continuum expuesto. Y es que hay que subrayar que esta selección de autores implícita, que se nos presenta de forma aproblemática, como una evidencia que no necesita de justificaciones teóricas y metodológicas es, como toda selección implícita, un producto del sentido común –académico, en este caso- y acaba conformando un continuum de engrandecimiento de la propiedad mediante una proyección anacrónico-evolutiva y transhistórica, a la vez que conforma una crítica moralista de la riqueza, como exceso de propiedad (esta moralización constituye un elemento de primer orden a la hora de eliminar cualquier especificación social concreta e histórica). Por otro lado, llama mucho la atención la completa ausencia en el ensayo de otras acepciones del concepto propiedad que no sea la individual, como por ejemplo, la propiedad colectiva, los bienes comunes, el usufructo, etc., que se pueden encontrar tanto desde aproximaciones históricas como antropológicas. Además, cabe acentuar que la concepción de “propiedad individual“ que se tenga en un periodo histórico viene a decir muy poco de su significación social global dentro ese contexto específico, pues junto a ésta se encuentran otros modos legitimados o no de apropiación, al igual que otras orientaciones hacia unos disfrutes que entonces son más o menos “factibles y posibles“, por lo tanto, la propiedad individual se encontraría siempre inscrita en una forma “predominante” de producción y reproducción de la(s) propiedad(es) dentro de un específico sistema social (todo el conjunto estructural, estructurante e interrelacionado, dentro del cual la propiedad sería sólo una de sus partes, es justamente aquello que queda minusvalorado y excluido de la proyección retrospectiva que realiza el autor). En cuanto a las críticas epistemológicas y metodológicas, se aprecia que el libro de Luis Saavedra sigue una metodología típica de la historia de las ideas “tradicional” y aquí el adjetivo “tradicional” significa esa peculiar forma como antaño se producía “historia de las ideas”, esto es, con una inconsciencia de los anacronismos más probables en los que incurre el trabajo del historiador en el mapa conceptual que dibuja. Un proceder que no incorpora las críticas que se han hecho desde el campo historiográfico y filosófico a esta manera de construir la historia, desde Nietzsche, Foucault, Bourdieu, Chartier, Offerlé y tantos otros. Y ello debido a que no se inscriben las ideas y los conceptos dentro de un campo social pretérito, el cual constituiría sus condiciones de posibilidad, sino que más bien se utilizan las producciones teóricas y filosóficas pasadas bajo un supuesto nominalismo temático (“esto entonces también era denominado como propiedad”), cuya coherencia y interrelación significativa es construida por el autor, sin ningún tipo de comprobación y reflexividad (dado que no se considera necesaria). Por lo que, no es el presente del pasado lo que se nos quiere reconstruir en este libro –pues si fuese así se tendería también a marcar los contrastes, diferencias y discontinuidades respecto a nuestros días- sino que lo que se persigue más bien es la construcción de un pasado presente, discurrir que acaba configurando una “evolución deseable”, desde el momento que inconsciente o conscientemente se busca unos orígenes (Ursprungen) o unas verdades esenciales. Aquéllos que marcarían un telos al devenir histórico, cuyo desarrollo conformaría una progresión –a veces, 161ANÁLISIS épica- que acaba explicando el presente como “llegada lógica”, consecuente y cuasi-necesaria (en el caso que nos ocupa, la propiedad capitalista como consumación y potenciación de sus formas -embrionarias- precedentes, origen de la libertad individual que disfrutamos). página Para que esta metodología retrospectiva tenga sentido el autor introduce desde la primera página una definición de propiedad y riqueza muy abierta y eminentemente liberal: “La propiedad satisface a quien la posee y le per- 13 mite gozar de las ventajas que proporciona, así como, cuando genera abundancia, beneficiarse de la seguridad de que no le faltará nada ni a él ni a los suyos (…) También ha sido un instrumento fundamental en el desarrollo de la sociedad humana, en su progreso, en su conquista de libertad”. La riqueza viene entonces definida como la acumulación de bienes mate- YOUKALI, riales (que no simbólicos, dimensión social olvidada) y tiende a ser observada como “exceso negativo”, bien por implicar legendarios males morales (se aleja del “justo medio” de Aristóteles y es fuertemente criticada por el cristianismo como depravación mundana y desarrollo “descontrolado” de emocionales instintos pecaminosos), o bien se considera como un fin indeseable cuando deviene fin último y hegemónico, dado que muestra la ausencia de otros valores y por lo tanto choca con los valores “supremos” de justicia e igualdad (términos siempre definidos exclusivamente desde la tradición de John Rawls). 1885-477X Nótense dos cosas. En primer lugar, la propiedad está definida desde unos criterios amplios, inespecíficos y desde nuestro presente, para de este modo nunca ser ni impugnada ni cuestionada –se la considera como una re- ISBN:
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