número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 162 ANÁLISIS / RESEÑAS
alidad objetiva y uniforme en esencia-, ni tan siquiera es mínimamente relativizada -efecto consustancial y sui generis
de toda comparación historiográfica que se dirija a otros contextos sociales. Más bien todo lo contrario, la
propiedad se ve vanagloriada desde sus míticos y supuestos orígenes como mecanismo constitutivo de libertad
(individual). Y, en segundo lugar, a esta concepción esencialista de la propiedad se le une la correspondiente concepción,
también substantivista, del ser humano –y todo de forma implícita, algo que denota su poderío dentro
del sentido común académico, ya que hace innecesaria cualquier justificación explícita- un ser humano ahistórico
y sin atributos, en la medida que es entendido como un ente abstracto, perenne y continuo a través del tiempo
histórico. La historia sería algo que se acopla mejor o peor a una supuesta naturaleza humana de instintos, pulsiones,
mayor o menor capacidad de raciocinio, etc., (concepción de la naturaleza humana, liberal y muy deudora,
entre otros, de Hobbes, y sobra decirlo, más cercana a las posiciones dominantes).
Como ya se ha dicho, este conglomerado de conceptos es fruto y producto de un específico o concreto proceder
histórico, ya que esta proyección en el tiempo incurre en muchas posibilidades de cometer varios anacronismos,
una vez que se tiende a proyectar de forma aislada y sin que en el pasado contexto social tengan cabida;
bien porque la pretérita organización conceptual que lo integraba era distinta a la nuestra y tenía otros componentes
(por lo que ya el mismo término no significaría lo mismo, dado que estaba inscrito dentro de otro conjunto,
otro campo social, con otra estructura relacional, otras “apuestas” y otras herencias), o bien porque la estructuración
social (la experiencia social, la vida), al margen de lo discursivo o filosófico, era distinta, y entonces sus
derivaciones significativas tendrían otros referentes. Aquí, vale reseñar el mismo prólogo de La formación de la conciencia
burguesa en Francia durante el siglo XVIII, de Bernhard Groethuysen, cuando dice: “Ha habido otros hombres
y otros hombres habrá. Nosotros constituimos un tipo de hombre, no el hombre todo. Así quisiera yo llegar a comprender al
burgués: como una forma de hombre, como nuestra forma de ser hombres, de pensar y de obrar”.
Para finalizar, cabe añadir que el libro del profesor Saavedra nos puede servir como invitación para realizar
una reflexión sobre las formas concretas de hacer Sociología(s) (esto es, sus formatos, mecanismos, tipos de argumentación,
“hitos ineludibles” en tanto referencias intelectuales, etc.), y más en particular, sobre la forma de
producción sociológica que contiene la obra. Un modo del quehacer sociológico que es propio y consustancial a
misma Sociología, ya que fue uno de sus polos de constitución principal y aún hoy en día continúa teniendo una
genuina demanda social. Ahora bien, esta producción sociológica tenderá a encontrarse mucho más en el polo
más establecido y/o dominante, por lo qué tendera a re-producir cierto establishment (en un amplio sentido del
término), tanto dentro del campo sociológico como en relación al exterior. Sin buscar la exhaustividad, bajo esta
forma de construcción sociológica se pueden comenzar a vislumbrar algunas características comunes, como serían:
a) el hecho de encontrarse siempre más cercana y cómoda con la filosofía que con la historia, pues así se favorecen
los mecanismos de absolutización y esencialización en detrimento de cierta relativización histórica; b)
sus objetos de estudio o temas abordados tendrán una “larga tradición”, lo que implica mayores réditos simbólicos
y de honorabilidad, pues serán temas “transcendentales” realizados por personas que “transcendieron”,
digamos que tienen un mayor pedigrí-; c) se sustentan sobre una “naturaleza” del ser humano esencialista y atemporal
en contraposición a otra histórica, así su historia se configurará en términos cuasi-evolucionistas, donde una
esencia pasa a través de acaeceres históricos; d) el formato será mucho más ensayístico que empírico, la subordinación
a la comprobación empírica es irrelevante frente a la coherencia intelectual; d) el papel del sujeto objetivante
se encontrará oculto, asumirá posiciones de “neutralidad objetiva” (la realidad es una) o de juez, un “tercero
imparcial”; e) se pecará de cierto sesgo intelectualista en la medida que se hipostasia en las explicaciones las
producciones intelectuales sobre las experiencias vividas, la consciencia o discursivo sobre lo no-consciente y la
práctica social concreta y situada (y en otro plano cabría añadir que se subraya mucho más la acción posibilitadora
minusvalorando cualquier estructura condicionante); f) se será más proclive a una moralización de la realidad
social, en parte gracias a la peculiar universalización proyectada mediante los mecanismos de esencialización
de una “naturaleza” humana (a veces próxima a una especie de psicologización); g) se promueve el fatalismo
y la despolitización, tanto por el papel otorgado al sujeto/objeto estudiado (y su contrapunto en el sujeto objetivante),
como por la moralización propugnada sobre cuestiones eminentemente políticas, esto es, abiertas, conflictivas
y en pugna social.
En definitiva, creo que ciertos “déficits” del libro, reutilizados y tomados como objetos de estudio, pueden devenir
“virtudes”, dado que es precisamente gracias a ensayos como éste que uno puede ser capaz de observar y
ver cosas que desde otras posiciones del campo sociológico cuesta vislumbrar.