número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

campo y las reglas de conducta de la acción política.
En consecuencia, el reconocimiento suplementario
de otra actividad que se inscribe dentro
de la política, pero es ilegal, es contradictorio. Y
esto es así porque si una actividad es considerada
como política, normalmente debe formar parte
de una constitución democrática. Si no es considerada
como política no tiene sentido reconocerla
como tal.
“En una democracia, la política no puede
nunca ser un delito, y las nociones de “crimen
político” y de “preso político” aparecen como inconcebibles
y contradictorias. Igualmente inconcebibles
son las sanciones penales para las “responsabilidades
políticas” de una persona”
Cito este largo extracto para mostrar cómo, en ese
discurso, abundan expresiones como gran contradicción,
no tiene sentido, inconcebible, indicaciones de un
malestar profundo, un malestar muy poco habitual
que se refiere no a la complejidad de una disposición
jurídica y a la dificultad de su interpretación, sino a
su misma existencia. El contenido de la disposición en
cuestión es extremadamente simple, pero es claro
que el intérprete preferiría que no existiera, para evitar
el deber de interpretarla.
Pero la disposición está ahí, y no se puede ignorar.
Para intentar neutralizar su fuerza, el jurista hace
aquí referencia a una perspectiva histórica (o historicista)
y atribuye la existencia de esta disposición
a una imperfección del derecho, a la herencia de un
pasado que ahora hay que olvidar:
“Se puede preguntar ¿las disposiciones constitucionales
que prevén los delitos políticos, son irracionales?
En absoluto. Creaciones de un período
histórico durante el cual los límites entre actividad
política legítima y delito eran inciertos y vagos, expresaban
la inquietud por las persecuciones por
motivo de opinión política e intentaban evitar al
menos las situaciones más extremas de persecución
de enemigos políticos (prohibición de la pena
de muerte, concesión de amnistía). Se trata de
residuos anacrónicos de otras épocas, un reconoci-
miento de que la democracia era incompleta,
pruebas de un largo período de divisiones políticas
y de intensos dilemas a propósito de la legalidad
que han marcado la historia de nuestro país
y que hoy, ciertamente, han perdido su sentido
inicial” 6 .
Según esta interpretación, por tanto, la noción misma
de “crimen político” constituye una contradicción
en los términos, una paradoja.
Es algo totalmente cierto. El problema es que esa
paradoja no es un “resto del pasado” del que pronto
nos vamos a deshacer 7 , no es una carencia que un
día se va a saldar para finalmente obtener la plenitud
y el buen funcionamiento del orden jurídico, sino
que es la paradoja que constituye el orden jurídico
moderno en cuanto tal.
El artículo 97 de la constitución griega, esa disposición
que aunque “no es irracional” al menos ha
“perdido su sentido”, que forma parte de la legislación
pero que al mismo tiempo es “inconcebible”,
nos ofrece el ejemplo perfecto de la “forma jurídica
de la ley” en la que, según Giorgo Agamben en su
obra Homo sacer 8 , resume la paradoja de la soberanía
moderna.
Con el proceso (no la novela de Kafka; el del
17N), la soberanía moderna nacional-popular, en es-
que los delitos “ordinarios”. Así, el supuesto de que los eventuales jueces no-profesionales serían más benignos con los acusados
sería un juicio de hecho, y no de derecho, que revela una falta de confianza en los sentimientos espontáneos “anti-terroristas” de
la sociedad.
6.- Tsakyrakis, Ibid.. Soy yo quien subraya, por motivos que se harán más claros en el resto del artículo.
7.- La Constitución griega, como ya se ha dicho, fue votada en 1975 y además ha sido modificada dos veces desde entonces. Así, hay
razones para creer que si ese personaje mítico que los juristas llaman “legislador constitucional” compartiera la opinión de que el
artículo 97 es “anacrónico” y caduco, habría podido abolirlo. Pero no la ha hecho.
8.- Homo Sacer. Il potere sovrano e la nuda vita. Einaudi, Turín, 1995. Cfr. el siguiente extracto: “En una carta del 20 de septiembre de 1934
a Walter Benjamin, Scholem definía la relación con la ley que describe Kafka en El proceso como ‘nada de la revelación’ (Nichts der
Offenbarung), entendiendo con esa expresión un estadio en el que aquella se afirma a sí misma aún, puesto que está en vigor (gilt),
pero no significa nada (bedeutet). [...] Estar en vigor sin significar (Geltung ohne Bedeutung): nada podría definir mejor la situación de
la ley en la novela de Kafka que esta fórmula con la que Scholem definía la prohibición que nuestra época consigue culminar. ¿Cuál
es, en efecto, la estructura de la prohibición soberana, sino la de una ley que está en vigor pero no significa nada?” (pp. 58-59). En
castellano hay traducción castellana en Homo Sacer, Valencia, Pre-textos, 2010.
ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 43 ¿DERECHO?