número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 44 ¿DERECHO?
te caso griega, se confrontó con una situación molesta:
la contestación de su monopolio de la violencia.
“La vida humana es sagrada” y no se la puede
poner fin por el acto de un particular. Si alguien termina
con una vida humana incluso -y sobre todocuando
lo hace para fines socio-políticos, su actividad
no puede ser incluida en el campo de la política,
si siquiera criminal; no puede beneficiarse del régimen
“contradictorio” del artículo 97: debe ser clasificada
en el marco de la “criminalidad común”.
Esta naturaleza “común”, sin embargo, esta
“normalidad” atribuida a la acción del 17N por el
acto de un tribunal, pone de manifiesto en realidad
exactamente lo contrario: como un síntoma, oculta e
indica al mismo tiempo que estamos ante un caso excepcional.
Por una decisión soberana, la ley se “desaplica”
a un caso específico para el que se siguen
procedimientos distintos a los previstos por la ley -
que eran ya excepcionales. La justificación de esta “desaplicación”
está expresamente relacionada con una
situación excepcional en estricto sentido jurídico, es
decir, con una dictadura: esos mismos hechos serían
crímenes políticos en la hipótesis de una desviación
de la democracia representativa, porque la existencia
de esos procedimientos en el cuerpo de las leyes
es el fruto de una dictadura que pertenece ya a un
pasado lejano.
Esta posición extraña de la disposición constitucional
sobre el crimen político, su suspensión y su situación
intermedia en el espacio no diferenciado entre
lo jurídico y lo político, corresponde estrictamente
a la posición de prohibición (o de un abandono)
que define “la soberanía como exclusión inclusiva”
en el Homo sacer de Agamben. Pondremos un poco
más de relieve esta correspondencia.
3. La “fascinación de la excepción”
Entre los juristas, se conoce más o menos bien la teoría
de Carl Schmitt sobre la soberanía como “poder
de decidir sobre el estado de excepción” 9 . Algunos
constitucionalistas, incluido el mencionado D.
Tsatsos, la citan en sus exposiciones, naturalmente
con todas las precauciones y advertencias necesarias,
tomando distancia de su compromiso práctico
a favor del régimen nazi y de su “decisionismo” teórico
(lo cual no le ha impedido, como hemos visto,
actuar como soberano y determinar una situación de
excepción para el caso 17N.
No es sorprendente que este pensador reaccionario
constituya un blanco privilegiado para el liberalismo
jurídico dominante. Pero es muy sintomático
que la intervención teórica reciente de Agamben haya
suscitado inmediatamente las mismas objeciones,
o acusaciones, por parte de todos los creyentes en la
teleología legalista en política; por ejemplo, aquellos
y aquellas que “no tienen más leirmotiv” que el deber
de “instaurar la separación de poderes edificando
finalmente un poder jurídico independiente” para
“establecer un verdadero Estado de derecho susceptible
de instaurar la democracia” 10 .
De hecho, fue una ofensiva más basta, durante la
cual esas acusaciones se repitieron contra ciertos autores
de la “izquierda de la izquierda intelectual” que
también se atrevían a hablar de la excepción o que, en
lugar de condenar a Schmitt, le estudiaban y le publicaban
como si fuera un pensador “normal” 11 .
Esa fascinación por Schmitt, por tanto, sorprendente
sólo “a primera vista” y bastante lógica a fin
9.- Politische Theologie, primera frase.
10.- Como declara con firmeza Blandine Kriegel en un artículo-manifiesto personal titulado “Por la república democrática” (Liberation,
4 de diciembre de 2002). En este artículo, Kriegel explica más ampliamente su convicción así: “si impugno la revolución conservadora
y la finalización con Carl Schmitt del Romanticismo político, es precisamente porque anulando la ambivalencia original
de la soberanía entre la norma y la decisión, para hacerla bascular totalmente del lado de la decisión (...) sitúa enteramente la política
y el Estado en el terreno de la guerra y de la violencia (‘La política como distinción entre amigos y enemigos’). Una tesis, entre
otras, que explica el poder de irradiación del antiguo jefe de filas de los juristas nazis sobre los teóricos que proceden del marxismo
(Balibar, Negri, Agamben)”.
11.- Cfr. Alexandra Laignel-Lavastine, “Carl Schmitt, nazi philosophe? Lectures de droit et de gauche”, Le monde des livres, 6,
Diciembre de 2002: “Más reciente y, a priori, más sorprendente: la fascinación que ejerce Carl Schmitt sobre una parte de la ‘izquierda
de la izquierda’ intelectual, desde Alain Badiou a la revista Multitudes. Es cierto tanto en Francia como en Italia. Una de
las obras de Toni Negri, El poder constituyente (1998) saca incluso su título de una noción explícitamente schmittiana [sic]. Ese paso
de la lectura del Capital a la de La dictadura (1921; Seuil, 2001) no está, sin embargo, falto de lógica. La crítica del leberalismo, la