número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

currencia básica que anida en el pensamiento occidental,
a saber: la perspectiva subjetivista. En efecto, ¿qué
ocurrirá, dirá Foucault, si lo que hay que liberar no
fuese precisamente el sujeto? En otras palabras, ¿desde
dónde ha pensado el progresismo humanista el
proyecto de emancipación política? ¿Desde la noción
de sujeto? Y si es así, ¿qué tipo de implicaciones conlleva
para el desarrollo de una política liberadora? ¿No
es acaso la noción de sujeto una noción tomada de las
Ciencias Humanas y las técnicas disciplinarias?
He aquí algunas de las direcciones a las que conduce
el análisis político de las obras de Foucault, el cual
no pretende ofrecer una prescripción clara de lo que
hay que hacer, pero sí una reflexión teórica a propósito
de los límites y el modo en que estos últimos resultan
franqueables en un momento dado. Toda la ‘política’
foucaultiana, si resulta lícito utilizar esta expresión,
consiste precisamente en esto: en buscar no ya
una conquista a través del derecho o una adquisición
de libertades formales, sino en replantear la noción
misma de subjetividad a la luz de los mecanismos de
individualización implícitos que van asociados a ciertos
aparatos institucionales y ciertos dispositivos de
poder-saber. De esa manera, al constituir un análisis
sobre los distintos modos de subjetivación, Foucault toma
a su cargo un trabajo que tiene una doble pretensión:
por un lado, la de descubrir el sistema de racionalidades
históricas en las que se constituye el sujeto,
las categorías que enuncian su verdad y por otro, el de
evidenciar los intersticios específicos en los que resulta
posible cortocircuitar las relaciones de poder, encontrar
las posibles huidas o formas de desarticulación.
Aquí es donde hay que insertar entonces la discusión
acerca del concepto de resistencia(s). Este último
no es un concepto claramente definido por Foucault:
es más, de él sólo se dice que constituye una realidad
que es co-substancial e inmanente a las relaciones de
poder 19 . Ahora bien, el significado preciso de esta afirmación
sólo resulta comprensible a condición de que
se tenga en cuenta que las relaciones de poder no constituyen
un sistema de dominio uniforme. Si el poder es
definido como una “relación múltiple, variable, de fuerzas
en desequilibrio inestable” 20 , entonces el poder, en su
omnipresencia relacional 21 , no anula el hecho y la posibilidad
ontológica de la libertad (resistencia). Más bien
al contrario, la supone, lo que sucede es que lo hace
planteando un concepto de resistencia que es inmanente
con respecto al poder. Dicho de otro modo, la resistencia,
el conjunto móvil y transitorio de puntos de
resistencias, requiere siempre un conjunto de mecanismos
o de relaciones de poder con respecto a las cuales
la(s) propia(s) resistencia(s) desempeña(n) a la vez un
papel condicionante y condicionado.
Efectivamente, el poder no es una situación ante la
cual podamos diferenciarnos, el poder es algo en lo
que ya siempre y cada vez estamos; por eso resulta imposible
suponer entonces una escisión clara entre un
‘adentro’ y un ‘afuera’, tal que este último pudiera definirse
por medio de una serie de atributos que fuesen
capaces de suspender en la singularidad “dada” –individual
o colectiva- lo que en ella hay de construida,
de individuada o de habitual. Lo único que existe es el
‘adentro’, habida cuenta de que este espacio no es algo
fijo o cerrado de antemano sino una realidad múltiple
y conflictiva que va definiéndose por la tensión inmanente
de las multiplicidades y las fuerzas en desequilibrio
inestable que lo componen.
Quiere esto decir que la resistencia no es una suerte
de “liberación” con respecto al poder, sino, más
bien, una interrupción en el flujo y en la forma en que
se produce la direccionalidad de sus efectos. Así, frente
a la perspectiva mesiánica de un ‘afuera’ universal,
en donde la invención implica un tipo de actuación
humana que sitúa al que la realiza fuera del tiempo
histórico, Foucault plantea la idea de una proliferación
no convergente de márgenes en situación. En definitiva,
un vivir ‘dentro-contra’ en el que las prácticas y las
múltiples formas de resistencia encuentran sus condiciones
de desarrollo en las propias relaciones de poder,
incrustándose en ellas, condicionándose por ellas,
pero también cuestionándolas, desestabilizándolas,
provocando reacciones y cambios eventuales en la forma
y la disposición institucional bajo la cual se articulan
las (viejas) relaciones de poder hegemónicas.
19.- Una vez más Foucault lo pone en claro: “donde hay poder hay resistencia, y no obstante (o mejor: por lo mismo), ésta nunca está en posición
de exterioridad respecto del poder” (FOUCAULT, M.: Historia de la sexualidad. La Voluntad de saber, op. cit., p. 116).
20.- Véase LANCEROS, P.: Avatares del hombre, Universidad de Deusto, Bilbao, 1996, p. 170.
21.- El tema de la omnipresencia del poder en Foucault es un tema recurrente y por lo general mal comprendido. Que el poder sea
omnipresente no significa que lo englobe todo, sino que ‘viene de todas partes’. Ahora bien, esta referencia no puede ser entendida
partiendo del supuesto de la metáfora orwelliana del poder (el Gran Hermano), para la cual este último no sería sino un centro
que emana sus efectos hacia la periferia. Para Foucault, consecuente con su proclamado nominalismo, y por tanto, crítico con
la substancialización de las relaciones sociales, el poder no existe como una categoría filosófica: no es algo a lo que pudiera atribuirse
una entidad separada de las condiciones históricas de su ejercicio; al contrario, sólo existe como relaciones de poder, como una situación
(móvil y transitoria) en la que se yuxtaponen infinidad de prácticas locales que no manifiestan una forma universal (y ahistórica)
del poder. Dicho de manera más clara: “en cada sociedad, en cada época, hay una forma particular de poder, local y localmente analizable:
lo que quiere decir que en toda sociedad hay relaciones de poder, no que cada sociedad esté sometida a la forma universal del poder y es-
tructurada por ella” (LANCEROS, P.: op. cit., p. 118). ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 99MISCELÁNEA