número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

cha entre sajones y normandos su principio de narración,
y de una eficacia general, bajo la forma de un historicismo
radical, que se afirma en la ignorancia casi
completa del discurso de la verdad universal y del derecho
soberano. Nos equivocaríamos por tanto si pidiésemos
a Foucault lo que no pretende ofrecer, a saber, la
construcción rigurosa de un contexto histórico. Más que
un análisis escrupuloso de los adversarios supuestos por
Hobbes, de los intercambios reales que este último pudo
tener con ellos, y de los diferentes niveles de su oposición,
Foucault bosqueja a grandes rasgos un fresco que
reúne a autores que no habrían reconocido en vida las
afinidades que aquél les presta. No es necesario que estos
autores perciban por sí mismos este vínculo que
Foucault hace aparecer, pues aquello que les reúne no es
otra cosa que “un frente del discurso 62 ” de Hobbes, que se
opondría supuestamente a esta colección heterogénea.
La unidad, tal y como suele ocurrir en una aproximación
contextualista, se impone por medio de la perspectiva
crítica y estratégica de aquél que la percibe. Sin querer ir
demasiado lejos en esta dirección, resulta innegable que,
para Foucault, es Hobbes quien nos conduce a pensar la
realidad de la guerra de las razas, en la medida en que
concibe su Leviathan como una máquina de guerra contra
ese tipo de discursos. Las tesis de Hobbes sobre la
guerra se presentan por Foucault –ya lo hemos visto más
arriba- como tesis hostiles a la guerra, y lo que es más
–he aquí el punto novedoso- como tesis hostiles ante una
narración histórica que hace de la guerra la evidencia del
funcionamiento real de los Estados. La significación estratégica
del Leviathan no es sólo un “no” a la guerra en
cuanto tal, sino un “no” al discurso de la guerra entendido
por Foucault como la primera forma moderna del
historicismo. En resumen, el Leviathan debe ser interpretado
como una reacción teórica ante un historicismo inglés
que se ignora todavía a sí mismo. La confirmación
de esta hipótesis historiográfica reside en el hecho de
que la victoria del Leviathan sobre sus adversarios ha sido
tan fuerte que los lectores de Hobbes olvidaron muy
rápidamente la identidad de sus adversarios. Para escapar
de la acusación de no-falsabilidad que dicha afirmación
acarrea, parece importante establecer la identidad
del “discurso enemigo 63 ”.
Tras haber concedido a los marxistas que la lucha de
Hobbes “por supuesto” puede comprenderse por “la
precocidad de la lucha política de la burguesía [inglesa] contra
la monarquía absoluta por un lado y la aristocracia por otro64 ”,
Foucault añade lo que constituye su manifiesto principal,
a saber, la idea de que el “otro fenómeno que ha venido
a añadirse a éste” es “la conciencia, que era muy intensa desde
hacía siglos y que llegaba incluso a las grandes capas populares,
del hecho histórico del viejo clivaje de la conquista 65 ”.
Esta memoria distintamente reapropiada en la cultura
inglesa durante casi seiscientos años constituye el marco
próximo y lejano a la vez del contexto estratégico que
Foucault asocia a la filosofía política de Hobbes. Si se la
compara con la empresa de Skinner 66 , es evidente que
la contextualización realizada por Fou cault no posee ni
el rigor ni la precisión adecuada. Pero conviene reconocer
que ella no tiene tampoco ni la ambición ni los medios.
Recordemos que dicha contextualización se evoca
al final de un curso, y que su finalidad consiste más bien
en fomentar el cuestionamiento de los oyentes que en
proponer una demostración histórica correcta y debida.
En consecuencia, se perdonará a Fou cault reunir en un
mismo fresco el discurso de los historiógrafos reales, los
discursos de los propios soberanos (Enrique VII, Jacobo
I), las leyendas populares (los relatos sajones sobre el rey
Harold y los relatos sobre Robin de los Bosques). Aun -
que sean sugerentes, las indicaciones de Foucault no son
más que indicaciones, mereciendo cada una de ella un
examen más profundo. La importancia de estos discursos
heterogéneos se debe a su referencia común a la conquista
de Inglaterra por parte de los normandos tras la
derrota del rey Harold, en Hastings en 1066.
Foucault resalta tres características principales: en
primer lugar, estos discursos, organizados alrededor de
la idea de una oposición entre dos razas, la de los sajones
y la de los normandos, registran la memoria de las
luchas reales de las diferentes fracciones de la población
inglesa; en segundo lugar, la “codificación 67 ” de la historia
a partir de una oposición binaria se encontrará más
tarde en los historiadores franceses de la restauración y
en la temática marxista de la lucha de clases y, en tercer
lugar, esta codificación puede ser calificada de “historicista”,
ya que no conoce otro horizonte más que el de las
luchas puestas en práctica en la historia. Una lectura
atenta de la argumentación foucaultiana permite mostrar
que el discurso del derecho no está ausente del discurso
inglés de la lucha de razas. Lo que está ausente es
la referencia al derecho del Estado. Los diferentes grupos,
cuya lucha soterrada aparece en intervalos regula-
121MISCELÁNEA
página 13 YOUKALI,
62.- M. Foucault, “Hay que defender la sociedad”, op. cit., p. 85.
63.- Ibíd., p. 87.
64.- Ibíd.
65.- Ibíd.
66.- Véase en particular Q. Skinner, ‘Conquest and consent: Hobbes and the Engagement Controversy’, en G.E. Aylemer, The
1885-477X
Interregnun: the Quest for Settlement, London, 1972, pp. 79-98; retomado y modificado en Skinner, Visions of Politics, vol. 3, Hobbes and
Civil Science, Cambridge University Press, Cambridge, 2002, pp. 287-307.
67.- M. Foucault, “Hay que defender la sociedad”, op. cit., p. 89. ISBN: