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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 182 ANÁLISIS / RESEÑAS fidelidad. Escribir sin saber. Y escribir para no saber. Para vivir, para dejar un espacio en blanco (dos puntos cerrando verso y poema; abriendo sentido) donde pueda habitar el silencio o la palabra verdadera y no dicha. Así en el poema “Entonces escribe” en que la palabra de Arturo Borra dialoga con Juan Gelman. Y se dice y se desdice, nombra lo que no sabe, escribe lo que nunca podrá escribir. Lo que no puede dejar de escribir: “y no sabe sigue sin saber- y entonces escribe cuando ya no puede decir más no sé no sé no sé: escribe entonces como un silencio un llamado” (p.69) Y no hay respuesta. Hay un espacio en blanco. Esos dos puntos que cierran (abren) el poema: “ y no sabe y entonces escribe:” (p.69) Es este el penúltimo poema. Pues el que cierra el libro es confirmación de esta no sabiduría, de esta necesidad de despojamiento. Único lugar en el que, tal vez, puede nacer la palabra: “Más tarde supe: sobra casi todo. (…) Sólo el desierto es consistente.” Una casa en ruinas. Detrás del lenguaje (p.70) Hablar desde la orfandad, huérfanos aún. Huérfanos ¿de quién, desde cuándo, hasta cuándo? Víktor Gómez nos dice esta pérdida, esta desposesión, esta ausencia de padre o madre, esta carencia. Pues hay orfandad de mundo mas también orfandad de lenguaje. Orfandad de sentido. Cicatrices y tajos reales de la historia: huérfanos de carne y hueso. Niños y niñas abandonados por la historia, apenas desechos del progreso, temblores que no cuentan en ninguna cuenta de resultados, a veces mercancía, mano de obra esclava o ni siquiera: escuálidas vidas que desaparecen sin apenas haber existido. Estos huérfanos tan reales, tan invisibles, tan materia oscura, pueblan los poemas de Huérfanos aún, son acogidos por la página en blanco, por la palabra menesterosa del poeta. La infancia y el dolor del mundo, como en Laura Giordani. El expolio de un continente (África): lágrima que mana de los epitafios (negros de los siglos negros) (Huérfanos aún, p.29 12 ) Las minas de coltán y oro: “Extraña el niño la senda enmudecida, las piedras desmoronadas.” (p.50) 12 En las siguientes citas, referidas a Huérfanos aún, indico tan sólo el número de página de esta edición.
La lapidación: “Ni una palabra. Ningún temblor: ¿Queda claro?” (p.33) Estos “niños sin guía, invidentes” (p.60), estos “huesudos inquilinos de la urgencia”, estos “huéspedes de lo inservible” (p.64) están aquí: habitan la noche y el naufragio. Así en este poema que se diría dialoga con Arturo Borra y sus Umbrales del naufragio y con la Materia oscura de Laura Giordani: “La noche convoca los huéspedes del naufragio. Negror tras la negrura:” (p.58) Pero hay también, como sucede en los poemarios de Laura y Arturo, un lugar para la belleza. Que cuando es de verdad (y no impostura, escapismo y traición), “no puede ser sino el atrevimiento/ de la fragilidad a darse” (p.73) 13 . Y también un lugar para la esperanza: “ decir lo poco que se ama tan de veras y tan claro que se nos lleve la vida. decirlo aunque nadie escuche.” (p.84) Esa esperanza que grita su amor a las “casas antiguas sin altura” y las “cosas pequeñas” (p. 85), el mismo amor que tiembla en los lienzos de Van Gogh o en ese gesto cuando “contra la desaparición/ contra la saña y contra el laurel/ arrimamos un cuenco de barro” (p.87). Avanzando entre derrotas, “en los márgenes del río”, “No sabiendo si otros están construyendo mañana desde el sueño nuestro/ la ciudad que no conocemos” (p.87). Y la esperanza del bellísimo poema final, dedicado a los hijos: “LOS PEQUEÑOS RETAZOS QUE SÍ SU- MAN. Esas imperceptibles punzadas de aguja e hilo” (p.89). Así el poeta va acabando “estas páginas, huérfano aún”, sin saber “como se resuelve ser niño”, esperando “no tener otro afán que jugar con los hijos, con el lenguaje, con la vida” (p.89). Y levantando un rumor de pequeñas palabras, huérfanas, menesterosas, insuficientes. Pero necesarias. “Rumor alzado sobre ruinas, rezo de los insignificantes, los señores del corazón, la turba heredera de los márgenes del canto y una laridad sin verdugos. ¿Qué se espera de nosotros? ¿Qué harán los huérfanos aún por los huérfanos sin ahora? ¿Cómo retornar al tiempo de la esperanza?” (p. 90). ¿Con qué palabras? Pues esta orfandad lo es también del lenguaje. Cada vez más roto, más abierto, acogiendo el hueco y el silencio. Siguiendo la huella (la búsqueda de sentido, la herida, la reja del lenguaje) de ese otro náufrago (ensenado, encenagado) que fue el “huérfano Paul Antschel” al que, entre otros muchos huérfanos amigos, se dedica este libro. Con el huérfano Paul Celan seguiremos caminando14 RESEÑAS / 183ANÁLISIS . Siguiendo sus huellas, detrás de la casa en ruinas, incompleto como el lenguaje y la vida, se adentra Víktor Gómez. página 13 13 Sobre la belleza conviene recordar las palabras de René Char: “En nuestras tinieblas no hay un sitio para la Belleza. Todo el sitio es para la Belleza”. La radicalidad de las mismas, el irrenunciable compromiso que une al poeta con la belleza, se hace evidente si reparamos en que fueron escritas en el momento terrible del 44, desde el maquis, combatiendo al nazismo. La cita pertenece a Hojas de Hipnos el libro que René Char, el capitán Alexandre, escribiera junto al “rumor de la desesperanza”. YOUKALI, 14 No estaría de más señalar la influencia de la obra de Paul Celan en la reciente poesía en castellano. Al menos se puede citar, entre otros autores jóvenes, a Víktor Gómez, Miguel Ángel Curiel, Ernesto García, Esther Ramón… todos ellos con una obra importante y significativa. Antonio Méndez Rubio estaría también cercano a esta herencia. Es inevitable relacionar esta influencia con la publicación por la Editorial Trotta de la Obra Completa de Paul Celan a partir de 1999 , además de muchos otros textos complementarios, en la excelente traducción de José Luis Reina Palazón. La primera aparición de Celan en castellano se remonta, si no me equivoco, a la edición de Visor (1972) en la traducción de J. Francisco Elvira Fernández, que para algunos de nosotros significó el descubrimiento de 1885-477X su poesía; las versiones posteriores aparecieron en antologías o revistas, al menos hasta la publicación de Amapola y memoria por Hiperión en la traducción de Jesús Munárriz ya en 1985. La labor de Trotta creo que ha tenido gran importancia. Me parece necesario señalar los vínculos entre la labor editorial y la vigencia de ciertos autores o poéticas. ISBN:
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