número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...
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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 180 ANÁLISIS / RESEÑAS<br />
“Las esquir<strong>las</strong> <strong>de</strong>l mundo se incrustan<br />
en una escritura que sólo posterga<br />
sus respuestas.”<br />
(p.28)<br />
Esquir<strong>las</strong> <strong>de</strong>l mundo que penetran, rasgan la carne (la propia y la <strong>de</strong>l poema) pues “somos ranura” “herida <strong>de</strong><br />
una frontera” (p.40) y a la palabra llegan, llagan.<br />
O quieren llegar. ¿Cómo <strong>de</strong>cir el hambre en un poema y que sea verdad? ¿Cómo hacer que habite con su<br />
<strong>de</strong>lga<strong>de</strong>z <strong>de</strong> apenas huesos, con su cercanía a la muerte? Porque <strong>las</strong> esquir<strong>las</strong> <strong>de</strong>l mundo hieren el poema.<br />
Porque el hinchado, <strong>de</strong>snutrido vientre <strong>de</strong> la injusticia llega al poema y este se interroga sobre sus límites: <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
sus límites, en el umbral <strong>de</strong>l silencio o el fracaso; en todo caso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la certeza <strong>de</strong> la no respuesta. Así en<br />
“Poema <strong>de</strong>l hambre” (p. 41) la reflexión sobre el lenguaje y la mirada al dolor <strong>de</strong>l mundo confluyen en un texto<br />
que quiere ser cuerpo hambriento, en una palabra que quiere a<strong>de</strong>lgazarse, hacerse puro hueso, <strong>de</strong>shuesarse,<br />
abandonarse. Porque:<br />
“La palabra<br />
hambre no llena el poema: lo abandona<br />
<strong>de</strong>snutrido hasta la médula, socava<br />
su manta, la geometría <strong>de</strong>l<br />
equilibrio”<br />
(p.41)<br />
La palabra <strong>de</strong>ja hueco, se hace <strong>de</strong>lgada, abandona un poema sin resguardo, a la intemperie, carente <strong>de</strong> equilibrio,<br />
abocado (socavado por la realidad) al balbuceo, a la casi no palabra, a lo más inestable, lo más incierto.<br />
Todo se hun<strong>de</strong>, todo es caída en la historia presente, no hay equilibrio, proporción, armonía, nada sólido, sólo<br />
hundimiento: “ya no hay más/ que balbuceo”, torpe palabra herida y el poema sólo podrá salvarse siendo naufragio:<br />
“si todo amenaza con ser nada<br />
habrá que naufragar para rescatarse”<br />
(p.43)<br />
Este avanzar entre <strong>las</strong> sombras, este vaivén entre la noche y el incierto amanecer, este juego constante <strong>de</strong> luz y<br />
oscuridad, este ir <strong>de</strong> un dolor personal a uno colectivo, se nos aparece en el poema “Otro claroscuro”. La utilización<br />
<strong>de</strong> la primera persona, <strong>las</strong> imágenes <strong>de</strong>splegadas en <strong>las</strong> primeras estrofas (“<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la noche”, “<strong>de</strong>riva<br />
por los surcos <strong>de</strong>l cuerpo”) parecen referirse a una crisis personal, aludir sobre todo a una subjetividad herida;<br />
sin embargo muy pronto el poema se abre a un sufrimiento colectivo y adquiere una dimensión casi cosmogónica.<br />
Ahora es el sufrimiento <strong>de</strong> toda la humanidad (los orígenes <strong>de</strong>l dolor y la injusticia) lo que se nos dice en<br />
el poema. Y todo confluye: una subjetividad herida también o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre por el dolor <strong>de</strong>l mundo, un <strong>de</strong>sconsuelo<br />
personal que se confun<strong>de</strong> (y se alimenta y nace) <strong>de</strong> este colectivo <strong>de</strong>samparo.<br />
“Pero hubo un vacío persistente,<br />
hubo noche más profunda y fue la división <strong>de</strong>l cielo.<br />
Las superficies se fracturaron y hubo hambre,<br />
lluvia sin tejado, habitantes que ninguna protesta<br />
pudo amparar.”<br />
(p.54)<br />
Numerosos son los poemas que hablan <strong>de</strong> este <strong>de</strong>saliento. El agua encarcelada, los diques, el frío, el miedo… Y<br />
la noche, la oscuridad (es este el campo semántico que predomina en todo el poemario). La tristeza, la ausencia<br />
<strong>de</strong> refugio. “¿Por qué nunca hay <strong>de</strong>scanso / en esta meseta calcinante” (p.46).<br />
Y el dolor <strong>de</strong> la propia infancia. Esa “Deuda materna” (p.22) en el que el recuerdo <strong>de</strong> la madre, la luz, <strong>las</strong><br />
tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> domingo es también (siempre el claroscuro en la poesía <strong>de</strong> Arturo Borra): “pasaje a la intemperie”,<br />
“matriz <strong>de</strong>l <strong>de</strong>samparo”, “árboles talados”, “arboleda insomne”, “<strong>las</strong> fracturas <strong>de</strong> una infancia trunca”. Este dolor<br />
niño, esta tristeza precoz y muchas veces inexplicable, esta temprana sensación <strong>de</strong> vacío o <strong>de</strong> falta, esta nostalgia<br />
sin asi<strong>de</strong>ros se diría que es la raíz <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sasosiego que acompaña siempre a la voz <strong>de</strong>l poeta, <strong>de</strong> una