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número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

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eyo (como un grito) crea una nueva e insoportable visibilidad.<br />

El efecto <strong>de</strong> choque producido por tales actos separados<br />

<strong>de</strong> cualquier “lógica” <strong>de</strong> los enca<strong>de</strong>namientos y<br />

<strong>de</strong> los discursos se <strong>de</strong>be a lo que ellos mismos tienen <strong>de</strong><br />

invisibles, <strong>de</strong> impotentes o <strong>de</strong>rrotados. Se <strong>de</strong>be por tanto<br />

a su <strong>de</strong>svinculación <strong>de</strong> los actos <strong>de</strong> lenguaje o <strong>de</strong> los<br />

efectos <strong>de</strong> comunicación. Por eso se produce una inalterable<br />

afinidad <strong>de</strong> la plebe con el silencio, con el déficit <strong>de</strong><br />

la palabra y con la imposibilidad <strong>de</strong> “enca<strong>de</strong>nar” en una<br />

frase (Lyotard) el grito o la voz ahí don<strong>de</strong> el discurso está<br />

en tela <strong>de</strong> juicio. Como señala Foucault:<br />

“Sí, me gustaría escribir la historia <strong>de</strong> los vencidos. Es un<br />

hermoso sueño que muchos comparten: dar en fin la voz a quienes<br />

no han podido tomarla hasta el presente, a quienes han sido<br />

coaccionados al silencio por la historia, por la violencia <strong>de</strong> la<br />

historia, por todos los sistemas <strong>de</strong> dominación y <strong>de</strong> explotación”<br />

18 .<br />

Aquello <strong>de</strong> lo que son testigos muchos acontecimientos<br />

plebeyos en la actualidad, no vistos, o por el<br />

contrario incluso revelados como lo innombrable<br />

(Durm), es <strong>de</strong>l <strong>de</strong>smoronamiento enunciado <strong>de</strong>l “sueño”<br />

foucaultiano: en efecto, nuestro tiempo es ése en el<br />

que “muchos comparten” el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> sepultar la historia<br />

<strong>de</strong> los vencidos bajo una espesa capa <strong>de</strong> silencio e impedir,<br />

más que nunca, que los vencidos accedan a la palabra.<br />

La televisión, entre otros, sería ese dispositivo <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r (<strong>de</strong> monopolio <strong>de</strong> la “comunicación”) cuya finalidad<br />

básica es impedir cualquier tipo <strong>de</strong> intervención plebeya<br />

–<strong>de</strong> ahí la importancia y la legitimidad <strong>de</strong> <strong>las</strong> irrupciones<br />

<strong>de</strong> los intermitentes <strong>de</strong>l espectáculo en <strong>las</strong> <strong>revista</strong>s <strong>de</strong><br />

actualidad o en los informativos televisivos.<br />

Pero, por otro lado, se dirá que precisamente porque<br />

no posee una lengua propia y experimenta ese déficit constante<br />

en lo que respecta al lenguaje, es por lo que la plebe<br />

se vincula con el acontecimiento. Los maestros <strong>de</strong> la<br />

lengua (políticos, clérigos, periodistas, sacerdotes…)<br />

abandonaron hace mucho tiempo esa configuración en<br />

la que el discurso (<strong>de</strong>l orador, <strong>de</strong>l panfletario, <strong>de</strong>l predicador…)<br />

se enca<strong>de</strong>naba con la acción transformadora.<br />

Su carácter en el plano discursivo es solidario con el estado<br />

<strong>de</strong> cosas, es susceptible por tanto <strong>de</strong> suspen<strong>de</strong>r el<br />

acontecimiento y <strong>de</strong> asumir una lógica <strong>de</strong> tipo policial<br />

–<strong>de</strong> hecho, se concibe como un exorcismo <strong>de</strong> cualquier<br />

violencia, sea cual sea; ahora bien, el acontecimiento no<br />

hace sino violentar mortalmente <strong>las</strong> cosas establecidas, en<br />

el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los lugares, <strong>las</strong> regularida<strong>de</strong>s y <strong>las</strong> rutinas eficaces.<br />

Lo que los instruidos y los gobernantes <strong>de</strong>tectan y<br />

<strong>de</strong>signan generalmente como el indicio <strong>de</strong> “barbarie” <strong>de</strong><br />

los movimientos o gestos plebeyos tiene que ver siempre<br />

<strong>de</strong> una manera u otra con esa imposibilidad <strong>de</strong> incluirles<br />

en <strong>las</strong> re<strong>de</strong>s lingüísticas y comunicacionales, <strong>las</strong> cua-<br />

les constituyen los dispositivos más competentes <strong>de</strong><br />

neutralización <strong>de</strong> <strong>las</strong> intensida<strong>de</strong>s violentas. Por ejemplo,<br />

la plebe lacónica o muda que no entra en comunicación,<br />

aquella que no <strong>de</strong>libera sino que pasa al acto (el 11<br />

<strong>de</strong> septiembre) –he aquí quien conserva intacta la marca<br />

horripilante y terrorífica <strong>de</strong> lo insoportable.<br />

Dicho <strong>de</strong> otra manera: en boca <strong>de</strong> los políticos, los<br />

profesores, la gente <strong>de</strong> la televisión y los sacerdotes (etc.),<br />

el lenguaje es aquello cuya tarea principal consiste en impedir<br />

a la gente sublevarse. Ahora bien, cualquier política<br />

orientada hacia la emancipación comienza por un levantamiento,<br />

y no por una divina sorpresa electoral. Eso<br />

mismo es lo que recuerda Foucault en una serie <strong>de</strong> artículos<br />

tan criticados –precisamente, por esa razón y algunas<br />

otras también- sobre el levantamiento iraní que, a finales<br />

<strong>de</strong> la década <strong>de</strong> 1970, provocó la caída <strong>de</strong>l Sha:<br />

“Pero no puedo estar <strong>de</strong> acuerdo con quien dijera: ‘Es inútil<br />

sublevarse, siempre será lo mismo’. No se hace la ley para<br />

quien arriesga su vida ante un po<strong>de</strong>r. ¿Se tiene o no razón para<br />

rebelarse? Dejemos la cuestión abierta. Hay sublevación, es<br />

un hecho; y mediante ella es como la subjetividad (no la <strong>de</strong> los<br />

gran<strong>de</strong>s hombres, sino la <strong>de</strong> cualquiera) se introduce en la historia<br />

y le da su soplo. Un <strong>de</strong>lincuente pone su vida contra los<br />

castigos abusivos; un loco ya no pue<strong>de</strong> ser encerrado y <strong>de</strong>spojado;<br />

un pueblo rechaza el régimen que le oprime. Esto no hace<br />

inocente al primero, ni cura al otro ni asegura al tercero los mañanas<br />

prometidos (…) Nadie es obligado a encontrar que esas<br />

voces confusas cantan mejor que <strong>las</strong> otras y dicen el fondo último<br />

<strong>de</strong> lo verda<strong>de</strong>ro. Basta que existan y que tengan contra<br />

el<strong>las</strong> todo lo que se empeña en hacer<strong>las</strong> callar, para que tenga<br />

sentido escuchar<strong>las</strong> y buscar lo que quieren <strong>de</strong>cir. ¿Cuestión <strong>de</strong><br />

moral? Quizás” 19 .<br />

La plebe, es ese “cualquiera” que manifiesta una capacidad<br />

continuada <strong>de</strong> sublevarse; una capacidad <strong>de</strong><br />

producir efectos que predominan sobre el “hablar claro”<br />

o el “<strong>de</strong>cir verda<strong>de</strong>ro” a los que nuestras socieda<strong>de</strong>s<br />

conce<strong>de</strong>n todos los privilegios. En su “confusión” misma,<br />

<strong>las</strong> voces y los gritos que acompañan al levantamiento<br />

están dotados <strong>de</strong> una fuerte capacidad <strong>de</strong> enunciación:<br />

recuerdan a lo inmemorial, a lo que no se pue<strong>de</strong> suprimir<br />

–a la irreductibilidad <strong>de</strong>l “resto” plebeyo en <strong>las</strong><br />

disciplinas y en los reglamentos policiales. Recuerdan<br />

que aquello mismo que está con<strong>de</strong>nado a un riguroso<br />

régimen <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparición –la vida <strong>de</strong> la plebe y su energía-<br />

retorna sin fin, y que es eso mismo lo que hace que<br />

la historia no sea una pura forma vacía, un puro continuum<br />

sin contenido:<br />

“El movimiento mediante el cual un solo hombre, un grupo,<br />

una minoría o un pueblo entero dice: ‘no obe<strong>de</strong>zco más’, y<br />

arroja a la cara <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r que estima injusto el riesgo <strong>de</strong> su<br />

vida –tal movimiento me parece irreductible. Y ello porque nin-<br />

129MISCELÁNEA<br />

página 13 YOUKALI, 1885-477X<br />

18.- “La torture, c’est la raison”, DE III, pp. 390 y ss.<br />

19.- M. Foucault, ‘¿Inútil sublevarse?’ en Estética, Ética y Hermenéutica, Paidós, Barcelona, 1999, p. 206. ISBN:

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