número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...

ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 120 MISCELÁNEA
dos retoman la guerra una vez acabada la batalla y se
lanzan a otra nueva guerra, que puede ser de guerrilla;
o bien los vencidos aceptan obedecer a los vencedores.
De estos tres casos, sólo el último resulta interesante para
la cuestión de la república por adquisición, ya que en
el primer caso la desaparición violenta de los vencidos
hace desaparecer la cuestión de su obediencia y, en el segundo
caso, la reactivación del conflicto desplaza también
la cuestión de su reglamento político. Ahora bien,
¿qué ocurre en el tercer caso? Confron ta dos ante el riesgo
de morir bajo los golpes de los vence dores, los vencidos
“aceptan obedecer, trabajar para los otros, ceder la tierra a
los vencedores, pagarles tributos 56 ”. En este caso, la voluntad
es sin duda el efecto de la victoria, pero al mismo
tiempo y más fundamentalmente, esa misma voluntad
no es muy diferente de la de aquellos que consienten en
una república por institución, pues, en ambos casos, la
voluntad se forja por el miedo; se trata de una voluntad
de superar su miedo renunciando ante “los riesgos de la
vida57 ”. Al renunciar a retomar el combate, los vencidos
instituyen a sus vencedores en sus representantes, y
constituyen una forma política en la que la huella de la
guerra por así decirlo se desvanece. El fundamento último
del orden político no tiene pues su origen en una
guerra o una institución más o menos mítica, sino en la
voluntad de un sujeto de “preferir su vida a la muerte58 ”.
Aunque no haya dicho nada de la naturaleza jurídica de
la soberanía por institución, Foucault concluye aquí, como
si lo hubiese hecho, que la soberanía por adquisición
“es tan jurídica y legítima como la constituida según el modelo
de la institución y el acuerdo mutuo59 ”. Lo relevante es
que en ambos casos el fundamento del orden político no
reside en la guerra sino en la voluntad, el contrato y la
representación. Hubiese sido interesante mostrar cómo
se articulan estos tres conceptos -en el pensamiento de
Hobbes- con las nociones de derecho y ley. Además, esta
indiferencia ante los fundamentos jurídicos del pensamiento
de Hobbes es tanto más sorprendente cuanto
que Foucault ataca el juridicismo de la teoría de la soberanía.
En efecto, esta indiferencia corre el riesgo de falsear
la interpretación cuando el intérprete no identifica el
problema jurídico que justifica la presencia de un argumento
en la demostración de Hobbes.
Tal es el caso de las observaciones que Foucault dedica
a “este otro tipo de soberanía” “que une un niño a su
padres –o más exactamente, a su madre 60 ”. No sólo Fou cault
atribuye a Hobbes una comparación explícita entre dominación
paternal y dominación despótica (la del señor
sobre el siervo), comparación por lo demás que no se encuentra
en el capítulo 20 del Leviathan, sino que también
ignora la razón por la cual Hobbes introduce sus consideraciones
sobre la autoridad paterna. La sumisión del
niño hacia la madre en el estado de naturaleza, cuando
no existe contrato celebrado con el padre, es sin duda un
pasaje sugerente para un lector contemporáneo, pero la
cuestión de saber a quién debe someterse el heredero al
trono es la que centró la atención de los contemporáneos
de Hobbes y la que justifica la presencia de las consideraciones
sobre el derecho paterno en el capítulo 20 61 .
Ahora bien, esta última cuestión está relacionada claramente
con el derecho, y más en particular con el derecho
de sucesión en las monarquías hereditarias. Por consiguiente,
el famoso caso de la obediencia del niño hacia
su madre en el estado de naturaleza debe comprenderse
también en una misma óptica jurídica. Mientras que
Foucault aspira a proponer una lectura no jurídica de la
soberanía por adquisición, tanto en su versión despótica
como parental, es posible mostrar por el contrario que la
importancia del derecho en la comprensión de la autoridad
parental vale también en lo que respecta a la comprensión
de la autoridad despótica. Deseoso como estaba
de alcanzar su conclusión (es decir, que Hobbes erige
el edificio jurídico de su Leviathan contra una forma clásica
de historicismo), Foucault tiende a olvidarse de describir
en los términos del derecho la génesis y la organización
del Estado. Por esto mismo su tesis parece un poco
debilitada.
La guerra de razas y la neutralidad del Estado
Vayamos ahora al argumento principal de la tesis. ¿Cuál
es? Se puede decir que este argumento consiste no sólo
en un esfuerzo de contextualización del Leviathan, sino
también en una cierta comprensión de la naturaleza de
la teoría política. La contextualización aspira a hacer
aparecer enfrente del Leviathan un objeto teórico que es
a la vez particular e históricamente situado, a saber, un
conjunto relativamente heterogéneo de discursos que
hacen de la conquista normanda de Inglaterra y de la lu-
56.- Ibíd., p. 84.
57.- Ibíd.
58.- Ibíd.
59.- Ibíd.
60.- Ibíd.
61.- “Si la madre está sujeta al padre, el hijo estará en poder del padre; y el padre está sujeto a la madre, como cuando una reina soberana se casa con
uno de sus súbditos, el niño estará sujeto a la madre, ya que el padre es también súbdito de ella” (Hobbes, Leviathan, op. cit., cap. 20, p. 181).
Nuestra interpretación está claramente confirmada por el siguiente pasaje, donde la cuestión es saber a quién debe obedecer el niño
cuando sus padres son los monarcas de dos reinos distintos.